Transferencia de embriones congelados: qué implica y cómo se hace

Embriologo realizando la desvitrificación de un embrión vitrificado antes de su transferencia

¿Cuándo se recurre a la transferencia de embriones congelados?

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En los tratamientos de fecundación in vitro (FIV), no siempre se realiza la transferencia justo después de obtener los embriones. A veces, se decide congelarlos mediante una técnica llamada vitrificación, para usarlos más adelante. Esta decisión puede tomarse por distintos motivos.

Por ejemplo, cuando se obtienen varios embriones y se opta por transferir solo uno en ese ciclo, preservando el resto para futuras oportunidades.

O cuando el equipo médico recomienda esperar a que el cuerpo se recupere de la estimulación ovárica, o a que lleguen los resultados de un test genético preimplantacional (PGT-A). También hay quienes prefieren planificar la transferencia más adelante, cuando su situación física, emocional o personal sea más favorable.

Sea cual sea la razón, congelar embriones permite seguir adelante sin tener que empezar de nuevo. Y eso es una ventaja importante en este camino.

En este contexto, también se habla de transferencia de embriones descongelados o desvitrificados, ya que estos son los pasos previos necesarios antes de colocarlos en el útero.

Los tres términos (congelados, descongelados y desvitrificados) pueden encontrarse en la literatura médica y divulgativa, aunque en reproducción asistida es más preciso hablar de embriones vitrificados y desvitrificados.

¿Qué implica transferir un embrión congelado?

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Transferir un embrión congelado no es solo “calentarlo y ya”. Es un proceso técnico muy preciso que empieza en el laboratorio y requiere una preparación endometrial adecuada.

¿Qué pasa en el laboratorio?

Antes de transferir un embrión vitrificado, el laboratorio lleva a cabo un protocolo estandarizado y cuidadoso para recuperarlo y confirmar su viabilidad.

Extracción del embrión
El embrión se retira del tanque de nitrógeno líquido (-196 °C) y se introduce en una solución de desvitrificación previamente calentada a 37 °C. Este paso marca el inicio de su recuperación.

Baños de rehidratación
A continuación, el embrión se somete a una secuencia de medios con concentraciones decrecientes de crioprotectores. El objetivo es restituir el equilibrio hídrico sin provocar daños por choque osmótico.

Recuperación y evaluación de viabilidad
Tras completar el paso por distintos medios, el embrión se deja reposar durante unas 2–3 horas en incubador. Durante este tiempo, el equipo embriológico evalúa su supervivencia, estado morfológico y potencial de desarrollo, observando si reexpande y mantiene su integridad celular.

Cerca del 90 % de los embriones correctamente vitrificados sobreviven al proceso.

Transferencia embrionaria
Una vez confirmada la viabilidad del embrión y con el endometrio ya preparado y sincronizado previamente, se procede a su transferencia al útero

Infografía con las fases del proceso de desvitrificación de embriones congelados en el laboratorio

La preparación del endometrio: sincronía perfecta

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Antes de descongelar un embrión, el equipo médico se asegura de que el útero esté listo para recibirlo.

Esto se conoce como preparación endometrial, y es un proceso que puede hacerse de dos formas: siguiendo el ritmo natural del ciclo o con apoyo hormonal.

En ambos casos, el objetivo es conseguir que el endometrio alcance el grosor, aspecto y receptividad óptimos en el momento exacto en que se vaya a transferir el embrión.

Durante varios días, se realizan controles ecográficos y, en ocasiones, análisis hormonales.

Lo que se busca es que el endometrio tenga un grosor adecuado (normalmente entre 7 y 10 mm), una trilaminaridad correcta y una respuesta sincrónica con el día de desarrollo del embrión que se va a transferir.

Solo cuando se confirma que el útero está en su mejor momento, se programa la desvitrificación y transferencia. Esa sincronía es esencial: no basta con que el embrión esté bien, el endometrio también tiene que estar preparado para acogerlo.

Además, este proceso es un tiempo en el que muchas personas viven con ilusión… y también con dudas. Por eso, estar bien informada y acompañada puede marcar una gran diferencia emocional. Aquí, cada paso cuenta.


¿La edad sigue contando?

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Sí, pero de otra forma. En este caso, lo importante es la edad de la mujer cuando se congeló el embrión, no tanto su edad actual.

Un embrión generado con óvulos de 34 años mantiene ese potencial aunque se transfiera a los 38.

¿Y el impacto emocional?

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No lo subestimes. Muchas personas sienten más presión en estos ciclos porque “ya solo queda este intento” o porque es un momento cargado de expectativas.

En Fertinotas, creemos que también hay que acompañar esta parte: no solo el cuerpo se prepara, también la mente y el corazón.

Un intento más… con todo a favor

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La transferencia de embriones congelados es una herramienta poderosa. Permite continuar el tratamiento sin volver a empezar de cero, con seguridad y altas tasas de éxito acumulado. Y sobre todo, con más opciones para decidir cómo y cuándo dar el siguiente paso.

Autor

Francisco A. Carrera S.

Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).

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