Reserva ovárica disminuida: qué significa, cómo se mide y qué opciones existen hoy
Cuando escuchas hablar de “reserva ovárica disminuida”, es fácil que aparezca cierta inquietud. La expresión suena técnica, casi fría.
En Fertinotas preferimos traducirla a un lenguaje cercano: significa que tus ovarios cuentan con menos óvulos de los que sería esperable para tu edad. Eso puede influir en la estrategia de un tratamiento, pero no define ni tu valor como mujer ni tu futuro como madre.
Lo importante es entender qué significa, cómo se mide y qué caminos abre la ciencia para acompañarte. Y queremos hacerlo contigo, paso a paso, con calma y con rigor.
¿Qué significa “reserva ovárica disminuida”?
La expresión hace referencia a una situación en la que los ovarios conservan menos óvulos de lo esperado para la edad de la mujer y, en muchos casos, estos óvulos presentan también menor calidad. Este hecho puede influir en la capacidad de respuesta a los tratamientos de estimulación ovárica y, en consecuencia, en algunas opciones de reproducción asistida.
No se trata de una impresión subjetiva, sino de una valoración médica basada en marcadores específicos:
• La hormona antimülleriana (AMH), que refleja la reserva de folículos disponibles.
• El recuento de folículos antrales (AFC) mediante ecografía, que permite observar cuántos pequeños folículos hay en el ovario al inicio del ciclo.
• Y, en menor medida, la hormona foliculoestimulante (FSH) y el estradiol, que pueden aportar información complementaria.
En conjunto, estas pruebas permiten a los especialistas obtener una imagen bastante precisa del “potencial ovárico” en un momento determinado, mucho más allá de lo que una mujer pueda percibir en su día a día.
¿Por qué disminuye la reserva ovárica?
La vida reproductiva femenina está marcada por un hecho singular: la ovogénesis. A diferencia de otras células del cuerpo, los óvulos no se producen a lo largo de la vida, sino que se forman antes del nacimiento. Una mujer nace con varios millones de ovocitos, pero al llegar a la pubertad apenas conserva unos 300.000. Desde entonces, en cada ciclo menstrual un grupo de ellos inicia su maduración, aunque normalmente solo uno alcanza el grado necesario para ser fecundado. El resto se pierde en ese proceso natural de selección.
Con el paso de los años, la reserva ovárica disminuye de manera inevitable. La edad es, por tanto, el factor principal: a partir de los 30 años la reducción se acelera, y tras los 40 la cantidad y la calidad de los óvulos descienden de forma más pronunciada. A ello se suman otros elementos: cirugías ováricas, determinados tratamientos médicos, enfermedades, el consumo de tabaco o factores genéticos.
También el estilo de vida empieza a ocupar un lugar en la investigación. Un estudio publicado en Nature (Scientific Reports, 2024) analizó a 370 mujeres de entre 18 y 45 años y evaluó su reserva ovárica con dos pruebas de referencia —la hormona antimülleriana (AMH) y el recuento de folículos antrales (AFC). Para valorar la dieta se utilizó el Healthy Eating Index (HEI-2015), una escala internacional que mide la calidad global de la alimentación: cuanto más se ajusta una dieta a patrones saludables (mayor consumo de frutas, verduras, legumbres, proteínas de calidad y menor presencia de azúcares o grasas poco recomendables), más alto es el índice.
Los resultados fueron claros: las mujeres con una puntuación más alta en este índice —es decir, con una dieta más equilibrada— presentaban un 31 % menos de riesgo de tener la reserva ovárica disminuida, incluso tras ajustar por factores como la actividad física o el consumo calórico. En cambio, aquellas con mayor proporción de grasa corporal mostraron con más frecuencia niveles bajos de AMH y un recuento folicular reducido
Estos hallazgos no significan que la dieta o el descanso puedan frenar el reloj biológico, pero sí apuntan a que un estilo de vida saludable puede contribuir a preservar, en cierta medida, la calidad de la salud reproductiva.
¿Cómo se mide la reserva ovárica (y para qué sirve)?
Para conocer la reserva ovárica no basta con la intuición ni con los años en el calendario. La medicina utiliza marcadores concretos que ofrecen una imagen bastante precisa del “potencial ovárico” en un momento dado.
El más empleado hoy es la hormona antimülleriana (AMH), una sustancia producida por los folículos que aún permanecen en los ovarios. Sus niveles en sangre permiten estimar con bastante fiabilidad cuántos óvulos quedan en reserva. A su lado, la ecografía transvaginal permite realizar el recuento de folículos antrales (AFC), es decir, contar los pequeños folículos visibles al inicio del ciclo menstrual. Juntos, AMH y AFC constituyen las pruebas más sólidas para orientar a los especialistas y ajustar la estimulación en los tratamientos de fertilidad.
Otros análisis, como la hormona foliculoestimulante (FSH) y el estradiol, pueden aportar información adicional, pero tienen menor capacidad para predecir la respuesta del ovario que AMH y AFC.
Un matiz importante: en mujeres que no presentan problemas de fertilidad, estas pruebas no predicen la probabilidad de embarazo natural. No deberían usarse, por tanto, como un supuesto “test de fertilidad” de la población general, sino como una herramienta clínica para planificar con rigor las opciones reproductivas cuando existe una indicación clara.
Opciones reales de tratamiento
Cuando se confirma una reserva ovárica disminuida, las estrategias deben adaptarse a cada mujer. No existe un único camino, sino distintas posibilidades que los especialistas valoran según la edad, los resultados de AMH y AFC, y, sobre todo, los deseos y expectativas de la paciente.
Una de las más utilizadas es la estimulación ovárica personalizada, ajustando la medicación de forma individual para obtener el mayor número posible de ovocitos útiles en cada ciclo.
Conviene subrayar que no siempre “más dosis” significa mejores resultados: la evidencia muestra que aumentar la cantidad de fármacos de manera indiscriminada no mejora la calidad de los óvulos ni incrementa las probabilidades de éxito.
En mujeres cuya reserva es muy baja o cuya edad hace improbable obtener embriones viables, la opción de la ovodonación ofrece hoy las mayores tasas de embarazo.
Aunque se trata de una decisión que requiere maduración y acompañamiento, para muchas parejas representa una alternativa segura y eficaz.
En los últimos años se han popularizado ciertos tratamientos complementarios, conocidos como add-ons. Entre ellos, el uso de hormona de crecimiento o el plasma rico en plaquetas (PRP) intraovárico. Sin embargo, la evidencia que los respalda sigue siendo limitada y heterogénea, por lo que los expertos recomiendan emplearlos solo dentro de ensayos clínicos o cuando la paciente, bien informada, valore los posibles riesgos y beneficios.
Y un punto especialmente relevante para las mujeres jóvenes: la criopreservación de ovocitos. Congelar óvulos en una etapa temprana, cuando la reserva y la calidad ovocitaria son todavía altas, ofrece una posibilidad real de preservar la fertilidad para el futuro.
No detiene el reloj biológico, pero permite guardar “copias de seguridad” de óvulos jóvenes que, llegado el momento, pueden ser utilizados en un tratamiento de reproducción asistida.
En definitiva, el abordaje de la reserva ovárica disminuida combina ciencia, personalización y acompañamiento.
Cada decisión debe tomarse con información clara y expectativas realistas, para que el camino hacia la maternidad —en presente o en futuro— se viva con serenidad y confianza.
Preguntas frecuentes
¿Puedo quedarme embarazada de forma natural si tengo la AMH baja?
Sí, es posible. Una AMH baja indica menor reserva de óvulos, pero no significa que no puedas concebir de manera natural. De hecho, estudios publicados en JAMA han demostrado que en mujeres sin diagnóstico de infertilidad, los niveles de AMH no predicen por sí solos la probabilidad de embarazo. La edad y el tiempo que lleves intentándolo pesan mucho más.
¿Cada cuánto debo repetir las pruebas de AMH o AFC?
No existe una frecuencia universal. En la mayoría de los casos, basta con una evaluación inicial para orientar decisiones. Repetirlas con demasiada frecuencia solo genera ansiedad sin aportar información nueva. Lo más recomendable es seguir el criterio del especialista, que valorará repetirlas cuando haya un cambio clínico relevante o si estás a punto de iniciar un tratamiento.
¿Qué puedo hacer hoy para cuidar mi reserva ovárica?
Algunos hábitos pueden influir en la salud reproductiva: evitar el tabaco, mantener un peso saludable, cuidar la alimentación y dormir bien. Un estudio publicado en Nature mostró que las mujeres con una dieta de mayor calidad tenían menor riesgo de presentar reserva ovárica disminuida. Estos hábitos no detienen el envejecimiento ovárico, pero sí pueden ayudar a que avance de manera menos acelerada.
¿Tiene sentido congelar óvulos si mi reserva ya es baja?
La criopreservación de óvulos es más eficaz cuanto más joven se realiza, porque la calidad de los óvulos es entonces mayor. Si la reserva es ya baja, congelar puede no ser la mejor estrategia. En estos casos, conviene hablar con un especialista para valorar si merece la pena intentarlo o si existen otras alternativas más realistas, como la ovodonación.
¿Una estimulación ovárica puede agotar antes mi reserva?
No. La estimulación ovárica aprovecha los folículos que de todas formas se perderían en ese ciclo. Es decir, no gasta más óvulos de los que el cuerpo ya tenía previsto desechar, simplemente los rescata para darles una oportunidad.
¿Existen suplementos que mejoren la reserva ovárica?
Algunos, como la coenzima Q10 o la vitamina D, se han estudiado y podrían tener un efecto positivo en la calidad ovocitaria, pero la evidencia aún es limitada. No hay suplementos milagro, y siempre conviene hablar con un médico antes de tomarlos.
¿Significa la baja reserva que me voy a quedar estéril?
No. Una reserva ovárica disminuida puede hacer que el camino hacia el embarazo sea más corto o requiera apoyo médico, pero no significa esterilidad. Muchas mujeres con este diagnóstico logran embarazo, con o sin ayuda de tratamientos.
Un mensaje final
La reserva ovárica no es una sentencia, sino una señal en el camino. Puede que el resultado de una analítica despierte incertidumbre, pero no define tu valor ni borra tus posibilidades. Con un equipo experto a tu lado, unas pruebas bien interpretadas y un plan diseñado a tu medida, se abre un abanico de opciones reales: desde optimizar tus propios óvulos hasta la seguridad de la ovodonación, o incluso la preservación de la fertilidad si decides esperar.
La ciencia avanza, y con ella también las oportunidades. Lo más importante es que tengas la tranquilidad de saber que no estás sola: cada paso puede afrontarse con acompañamiento, empatía y esperanza.
Porque, más allá de números y diagnósticos, lo que importa es tu deseo, tu proyecto vital y la certeza de que existen caminos para hacerlo posible.
Autor
Francisco Carrera
Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).
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