Qué revela el transcriptoma sobre el envejecimiento de los óvulos

El envejecimiento ovocitario es un proceso biológico que modifica la actividad genética del óvulo con el paso del tiempo. Estudios recientes muestran que, a medida que aumenta la edad, los óvulos activan genes de reparación del ADN y reducen los que regulan la energía y la comunicación celular, lo que puede afectar su calidad y capacidad de fecundación.
En los laboratorios de biología reproductiva hay una pregunta que sigue fascinando a los científicos: ¿qué cambia realmente en los óvulos cuando pasa el tiempo?
Sabemos que la edad influye en su capacidad para fecundarse y dar lugar a un embrión sano, pero lo que ocurre dentro de la célula sigue siendo, en parte, un misterio.
Cada óvulo contiene miles de mensajes genéticos —pequeñas instrucciones llamadas ARN mensajeros— que le indican cómo comportarse: cuándo dividirse, cómo organizar su energía o cómo reparar su ADN. Sin embargo, hay un detalle sorprendente: cuando el óvulo alcanza su madurez, entra en un estado de silencio transcripcional. En ese momento deja de producir nuevos mensajes y depende solo de los que acumuló durante su crecimiento.
Es como si, antes de la fecundación, el óvulo cerrara su “despensa molecular” y se preparara para afrontar el viaje con las provisiones que tiene. Lo que guarda en ese silencio dice mucho sobre su calidad y su capacidad para dar vida.
Lo que revela la expresión diferencial del ARNm
Cada célula del cuerpo humano contiene los mismos genes, pero no los utiliza todos a la vez. Algunos están activos porque en ese momento la célula los necesita, y otros permanecen en reposo.
El análisis de expresión diferencial permite saber qué genes están trabajando y cuáles están “apagados”. Para descubrirlo, los científicos miden la cantidad de ARN mensajero (ARNm) que produce cada gen.
El ARNm actúa como un mensajero temporal que lleva las instrucciones del ADN —que está guardado en el núcleo de la célula— hasta los ribosomas, unas pequeñas fábricas situadas en el citoplasma. Allí, esas instrucciones se traducen en proteínas, que son las moléculas que realmente hacen el trabajo: reparan daños, producen energía, dividen la célula o controlan sus funciones.
En otras palabras, el ARNm es la manera que tiene el ADN de hacerse “escuchar”. Analizar cuánto ARN mensajero produce un gen nos permite saber si ese gen está activo, cuánto participa en la vida de la célula y cómo cambia su actividad ante diferentes circunstancias.
En el caso del óvulo, este tipo de análisis es especialmente interesante. Cuando alcanza su madurez —la llamada fase de metafase II, justo antes de la fecundación— el óvulo detiene la producción de nuevos ARN mensajeros. Entra en una etapa de calma, conocida como quiescencia transcripcional, en la que se apaga su maquinaria de copia genética y conserva solo los mensajes que había fabricado antes.
Analizar su transcriptoma —el conjunto de todos esos mensajes almacenados— es como abrir una despensa sellada en el tiempo: podemos ver qué instrucciones preparó el óvulo para sobrevivir a la fecundación, reparar daños y dar los primeros pasos del desarrollo embrionario.

Un estudio que investiga el efecto del paso del tiempo en los óvulos
En 2025, un equipo dirigido por Xiaorui Zhang y Jiao Yang, publicó en Molecular Human Reproduction un trabajo fascinante que analizó precisamente ese “silencio lleno de información”.
Secuenciaron 20 ovocitos maduros (MII) de mujeres jóvenes (21–29 años) y de mujeres mayores (37–43 años), e integraron además datos de otros 130 óvulos de estudios previos.
El objetivo era claro, entender cómo cambia el transcriptoma ovocitario con la edad. Y los resultados ofrecen una imagen muy sugerente.
En los óvulos de mujeres mayores se encontraron más mensajes relacionados con la reparación del ADN y con las estructuras que controlan la división celular (el huso meiótico). Es decir, parece que estos óvulos intentan compensar posibles daños acumulados con el tiempo.
Un ejemplo concreto es el aumento en la expresión del gen BRCA1, conocido por su papel en la reparación de roturas del ADN, y de genes como TUBB8 y TPX2, implicados en la correcta formación del huso meiótico. Esa activación puede interpretarse como un esfuerzo de la célula por mantener la estabilidad cromosómica a pesar del paso de los años.
Por el contrario, se observó una disminución en la actividad de genes mitocondriales como MT-CO1 y ATP5F1A, responsables de la producción de energía. Dado que las mitocondrias alimentan el metabolismo del óvulo y el desarrollo embrionario temprano, esta reducción ayuda a explicar por qué la calidad ovocitaria tiende a descender con la edad.
Estos datos se obtuvieron mediante secuenciación de ARN de célula única (single-cell RNA-seq), una tecnología que permite analizar con enorme precisión qué genes están activos en cada óvulo. Cada muestra se convierte en una especie de “huella molecular” única, que revela su estado interno sin necesidad de interpretaciones indirectas.
En conjunto, los hallazgos muestran cómo la edad modifica el equilibrio interno del óvulo: algunos genes se activan como mecanismo de defensa, mientras otros, esenciales para la energía y la comunicación celular, se van apagando lentamente.
Lo que significa para la fertilidad
Este tipo de estudios no ofrecen todavía una herramienta clínica inmediata, pero abren una ventana apasionante hacia la comprensión de la calidad ovocitaria.
Por ahora no existe un marcador genético que permita predecir con precisión si un óvulo dará lugar a un embarazo, pero conocer qué rutas biológicas cambian con la edad ayuda a desarrollar estrategias más personalizadas para cuidar la fertilidad.
También recuerda algo esencial: el envejecimiento ovárico no es un evento repentino, sino un proceso gradual que se refleja en la biología íntima del óvulo. Comprenderlo no debería generar miedo, sino ofrecer información valiosa para planificar, decidir y acompañar.
Cada avance en esta línea de investigación acerca a la medicina reproductiva a un futuro donde los tratamientos sean más precisos, y donde cada mujer pueda conocer mejor el lenguaje biológico de sus óvulos.
Porque incluso en su silencio, cada óvulo sigue contando una historia
Preguntas frecuentes sobre envejecimiento ovocitario y expresión genética
¿Qué significa que el óvulo “deje de producir ARN”?
Durante su maduración, el óvulo alcanza una fase llamada metafase II en la que detiene su actividad de copia genética. Esto se llama quiescencia transcripcional. A partir de ese momento, depende de los mensajes (ARN mensajeros) que almacenó previamente para completar la fecundación y los primeros pasos del desarrollo embrionario.
¿Por qué la edad afecta a la calidad de los óvulos?
Con el tiempo, los óvulos acumulan pequeños daños en el ADN y en sus mitocondrias, que son sus fuentes de energía. Estos cambios pueden alterar su capacidad para dividirse correctamente y mantener la estabilidad genética, lo que reduce las probabilidades de fecundación o desarrollo embrionario normal.
¿Qué descubrió el estudio de Zhang y Yang (2025)?
El estudio mostró que los óvulos de mujeres mayores activan genes relacionados con la reparación del ADN (como BRCA1) y reducen la actividad de genes mitocondriales (como MT-CO1), reflejando un esfuerzo por compensar el desgaste celular.
¿Estos hallazgos sirven ya para diagnosticar la calidad de los óvulos?
Aún no. De momento, el análisis de expresión genética se utiliza solo con fines de investigación. Sin embargo, estos estudios ayudan a identificar posibles biomarcadores que, en el futuro, podrían guiar tratamientos personalizados o estrategias de preservación de la fertilidad.
¿Podemos hacer algo para cuidar la calidad ovocitaria?
Aunque no podemos detener el paso del tiempo, sí podemos cuidar los factores que influyen en la salud celular: mantener un estilo de vida saludable, evitar el tabaco, controlar el estrés y, sobre todo, consultar a tiempo sobre la opción de preservar la fertilidad mediante vitrificación de óvulos.
Autor
Francisco Carrera
Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).