Mitocondrias del ovocito: cómo la ciencia busca recargar la energía de la fertilidad
 
			Si cada célula de nuestro cuerpo tuviera una batería, las mitocondrias serían sus pilas recargables. Pero en el caso del ovocito maduro —la célula reproductiva femenina— no hablamos de unas pocas, este gameto femenino puede contener entre 100.000 y 600.000 mitocondrias, más que cualquier otra célula.
No es un capricho de la naturaleza. La maduración del ovocito, su fecundación y las primeras divisiones del embrión son procesos que consumen muchísima energía. Y casi toda proviene de estas pequeñas “centrales eléctricas” internas.
Cuando la energía falla, la fertilidad se resiente
Con el paso de los años o ante factores como el estrés oxidativo, la función mitocondrial puede deteriorarse. Esto no solo afecta la capacidad del ovocito para ser fecundado, sino también la calidad de las primeras etapas del embrión.
Por eso, mejorar la salud mitocondrial del ovocito es un objetivo que despierta cada vez más interés en la medicina reproductiva.
Lo que dice la evidencia sobre las células uNK
En su revisión, publicada en Biochimica et Biophysica Acta – Molecular Basis of Disease, un equipo internacional analizó cómo podríamos ayudar a las mitocondrias del ovocito a funcionar mejor.
Aunque las estrategias son muy distintas, se pueden agrupar en cuatro grandes rutas de investigación:
•    Antioxidantes mitocondriales
Piensa en ellos como en “escudos” contra el óxido. Igual que el metal se deteriora con el tiempo, nuestras células también sufren desgaste por el llamado estrés oxidativo. Sustancias como la melatonina, la coenzima Q10 o la N-acetilcisteína (NAC) actúan como protectores, reduciendo ese daño para que el ovocito mantenga su estructura y calidad.
•    Moduladores del metabolismo energético
Aquí la clave es mejorar el motor. El ovocito produce su energía en forma de ATP, una especie de “moneda” que paga cada movimiento y reacción. Compuestos como el ácido alfa-lipoico o la carnitina ayudan a que se genere y transporte más de esta energía, optimizando el rendimiento del ovocito.
•    Activadores de la biogénesis mitocondrial y vías epigenéticas
No solo se trata de proteger las mitocondrias que ya tenemos, sino de fabricar nuevas y de mejor calidad. Sustancias como el resveratrol o la PQQ estimulan esa producción y además influyen en genes que regulan la longevidad celular. Es como renovar la flota de baterías, pero con modelos más eficientes.
•    Estrategias emergentes
Aquí entra lo más experimental: técnicas como la transferencia mitocondrial desde células madre (darle al ovocito mitocondrias “jóvenes” y sanas) o la edición genética para corregir fallos en el ADN mitocondrial. Son ideas muy prometedoras, pero que todavía están en fase de laboratorio.
La melatonina: más que la hormona del sueño
Cuando escuchamos “melatonina” solemos pensar en complementos para dormir mejor. Pero en los últimos años, la ciencia ha descubierto que esta molécula también actúa como potente antioxidante dentro de las células, incluidas las del ovocito.
En el contexto de la fertilidad, esto es importante porque el ovocito es muy sensible al estrés oxidativo: un exceso de moléculas llamadas radicales libres que dañan estructuras celulares, entre ellas las mitocondrias, afectando su capacidad para producir energía.
La revisión publicada en Biochimica et Biophysica Acta – Molecular Basis of Disease destaca que, en estudios preclínicos (con modelos animales y cultivos celulares), la melatonina ha demostrado:
• Reducir el daño oxidativo en las mitocondrias del ovocito.
• Mejorar la producción de ATP, la energía que el ovocito necesita para madurar y ser fecundado.
• Incrementar la calidad ovocitaria y las tasas de fecundación en distintos modelos experimentales.
Estos hallazgos también se han explorado en humanos, aunque en estudios más pequeños. En uno de ellos, mujeres con baja reserva ovárica —una condición en la que el número y calidad de ovocitos es reducido— recibieron suplementos de melatonina durante sus ciclos de fecundación in vitro (FIV).
Los resultados fueron claros:
• El líquido folicular (el fluido que rodea al ovocito en el ovario) mostró menores niveles de estrés oxidativo.
• Aumentó la proporción de ovocitos en metafase II, la fase de maduración óptima para ser fecundados.
Además, su perfil de seguridad es bien conocido y, en las dosis usadas en estos ensayos, no se han observado efectos adversos relevantes.
Eso sí, los autores subrayan que, aunque los datos son prometedores, todavía hacen falta ensayos clínicos más amplios y estandarizados para confirmar su eficacia y establecer recomendaciones firmes para su uso en la práctica diaria.
Por qué aún no es tratamiento estándar
Aunque los resultados son alentadores, los autores del estudio piden cautela:
• La mayoría de investigaciones son preclínicas o ensayos pequeños, lo que dificulta sacar conclusiones definitivas.
• Las dosis, protocolos y criterios de evaluación varían entre estudios.
• Faltan ensayos clínicos grandes y bien diseñados que confirmen los beneficios y establezcan pautas claras de uso.
En otras palabras, la ciencia no dice “no funciona”, sino “necesitamos más y mejores datos antes de recomendarlo de forma generalizada”.
Un campo con gran potencial
Esta revisión no solo resume lo que sabemos hasta ahora, sino que marca una hoja de ruta para investigaciones futuras. Si se confirma su eficacia, estas estrategias podrían convertirse en aliados para optimizar los tratamientos de fertilidad, sobre todo en mujeres con ovocitos afectados por la edad o por daño oxidativo.
La energía para dar vida empieza en una célula, y cuidar sus baterías podría ser una de las claves para ayudar a más mujeres y parejas a cumplir su sueño de ser padres.
Autor
Francisco Carrera
Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).
