Ovocitos y lisosomas: lo que la ciencia descubre sobre el secreto de la fertilidad
 
			Un ovocito inmaduro —la célula que con el tiempo puede convertirse en un óvulo listo para ser fecundado— comienza su formación antes del nacimiento de la mujer y queda detenido en una fase de reposo llamada profase I de la meiosis. Allí puede permanecer en los ovarios durante 30 o 40 años, como si el tiempo se hubiera congelado.
La gran pregunta es cómo logra mantenerse sano durante tanto tiempo sin acumular daños. Para investigarlo, un equipo internacional utilizó una “linterna” molecular llamada LysoTracker que permite observar el interior del ovocito. Con ella descubrieron algo inesperado: el sistema de limpieza celular que debería protegerlo, basado en los lisosomas, funciona de un modo distinto al que se creía.
Los lisosomas: el servicio de limpieza de la célula
Dentro de cada célula existen pequeños orgánulos llamados lisosomas, que funcionan como un “centro de reciclaje”. Allí llegan las proteínas viejas o dañadas y, gracias a un ambiente ácido y a enzimas muy potentes, se descomponen en piezas más pequeñas que luego pueden reutilizarse.
Si los lisosomas hacen bien su trabajo, la célula se mantiene limpia y en orden. Pero si fallan, los desechos se acumulan y la célula pierde eficiencia. En los ovocitos, que deben conservarse en perfecto estado durante décadas, este servicio de limpieza es crucial.
Una linterna para mirar dentro: LysoTracker
¿Cómo pueden los científicos saber si los lisosomas de un ovocito —ese “centro de reciclaje” de la célula— están funcionando bien? Para ello utilizan una molécula llamada LysoTracker, que funciona como una linterna microscópica.
El proceso es ingenioso: el LysoTracker entra en la célula y, al llegar al interior ácido del lisosoma, se enciende y emite fluorescencia, como si alguien hubiera encendido una luz en medio de la oscuridad. Cuanto más brillante es esa luz, mayor es la actividad de los lisosomas.
De este modo, los investigadores pueden observar en tiempo real cómo trabajan estos orgánulos dentro de los ovocitos. Los experimentos demuestran que, con las dosis y tiempos adecuados, esta técnica permite obtener imágenes sin causar alteraciones detectables en la viabilidad de la célula durante el análisis.
El hallazgo en ovocitos humanos
El estudio, liderado por Gabriele Zaffagnini, Miquel Solé Inarejos, Juan Manuel Durán, Nikolaos Polyzos y Elvan Böke, publicado en The EMBO Journal (julio 2025), aplicó esta técnica en ovocitos humanos inmaduros (GV) y maduros (MII).
Lo que descubrieron fue sorprendente: en los ovocitos maduros, la señal del LysoTracker era más débil. Es decir, la actividad de los lisosomas disminuye cuando el ovocito está listo para ser fecundado.
Esto contrasta con lo que ocurre en los ratones, donde el proceso es al revés: al madurar, los lisosomas se vuelven más activos.
¿Qué significa para la fertilidad?
Este hallazgo abre nuevas preguntas. Si los ovocitos humanos reducen la actividad de sus lisosomas durante la maduración, ¿qué otros mecanismos utilizan para mantener su calidad? ¿Podría esto explicar por qué la fertilidad femenina disminuye con la edad más que en otras especies?
Comprender cómo los ovocitos humanos gestionan su “limpieza interna” no es un simple detalle biológico. Puede ayudarnos en el futuro a:
• Perfeccionar las técnicas de reproducción asistida,
• Seleccionar ovocitos de mayor calidad,
• Entender mejor por qué la edad tiene un impacto tan grande en la fertilidad.
Ciencia que ilumina lo invisible
El LysoTracker no es solo un reactivo de laboratorio: es una herramienta que nos abre una ventana a un mundo hasta ahora invisible. Gracias a él, sabemos que los ovocitos humanos se comportan de manera distinta a los de otras especies y que todavía queda mucho por descubrir sobre cómo protegen su viabilidad a lo largo de los años.
Cada avance de este tipo nos recuerda algo esencial: la fertilidad es un equilibrio delicado y cada célula guarda secretos que la ciencia, con paciencia y creatividad, está empezando a revelar.
Autor
Francisco Carrera
Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).
