Dispositivos de microfluidos: Por qué en ciencia una palabra importa tanto como un hallazgo

Dispositivo microfluídico para separación de espermatozoides en laboratorio de reproducción asistida

Cuando la ciencia conversa consigo misma

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La ciencia no es una torre de marfil donde todo se decide a puerta cerrada. Es más bien una mesa grande, siempre ocupada, en la que investigadores de todo el mundo intercambian datos, debaten métodos y afinan conceptos. En ese ir y venir, a veces surgen correcciones importantes: ajustes que no cambian solo una palabra, sino la forma en la que entendemos un hallazgo.

Esto es lo que acaba de ocurrir con una carta publicada en Fertility & Sterility por los doctores Yosu Franco Iriarte y Minerva Ferrer-Buitrago. Su mensaje: en un estudio reciente, se clasificó como “microfluídico” a un dispositivo que, en realidad, no lo es. Y ese matiz importa.

La diferencia entre filtrar y dirigir

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El dispositivo en cuestión, ZyMōt™ Multi 850 µl, funciona por filtración pasiva: parecido a como si vertieras agua con arena sobre un colador y dejaras que la gravedad hiciera el trabajo. pero en este caso es la propia motilidad de los espermatozoides es la fuerza que guía la separación.

La microfluídica real, en cambio, es otra historia: imagina un circuito microscópico con carreteras estrechísimas, semáforos y rotondas, por las que circulan células y líquidos a velocidades y direcciones controladas. Este control activo permite separar y seleccionar células de manera más precisa, algo muy valorado en medicina reproductiva.

Para un lector que no trabaja en laboratorio, la diferencia puede parecer pequeña. Pero en investigación, un término mal colocado no es solo un error de vocabulario: puede llevar a comparar tecnologías que no son equivalentes o a concluir erróneamente que “la microfluídica” no mejora ciertos resultados, cuando en realidad ni siquiera se estaba usando microfluídica.

Qué está en juego

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Clasificar erróneamente una tecnología no es un detalle menor:

•     Puede llevar a conclusiones equivocadas, descartando avances que sí funcionan.

•     Dificulta la comparación entre estudios, algo esencial para consolidar la evidencia científica.

•     Afecta la confianza clínica, ya que las decisiones médicas necesitan basarse en conceptos claros y datos precisos.

Los autores recuerdan, además, que sí existen dispositivos genuinamente microfluídicos, como el Fertile Chip, que han demostrado beneficios reales en fertilidad. Y subrayan que la precisión terminológica es parte del mismo compromiso con la excelencia que guía cualquier buena investigación.

Por qué esto también te importa a ti

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Puede que no estés al tanto de cada debate técnico en reproducción asistida, pero sí te afecta que las herramientas que se usan en un laboratorio se describan con rigor. De esa precisión dependen la validez de los resultados y la confianza que los profesionales pueden tener en una técnica antes de recomendarla a una pareja que busca un embarazo.

En ciencia, llamar a las cosas por su nombre es una forma de cuidar el futuro. Porque un concepto claro hoy es la base de un avance real mañana.

Autor

Francisco Carrera

Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).

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