Inteligencia artificial en FIV: cuando la tecnología se convierte en aliada para crear vida
 
			Inteligencia artificial; un aliado que no parpadea
En un laboratorio de fecundación in vitro (FIV), el tiempo se mide en divisiones celulares. Cada embrión crece en condiciones cuidadosamente controladas mientras los embriólogos observan con precisión milimétrica: cómo se divide, cuándo lo hace, si mantiene una forma armoniosa.
Ahora imagina añadir a ese proceso una herramienta que nunca se cansa, nunca parpadea y puede analizar miles de imágenes en segundos: la inteligencia artificial (IA). Capaz de detectar patrones invisibles al ojo humano y de procesar datos a una velocidad imposible para una persona, esta tecnología ya está llamando a la puerta de los laboratorios de reproducción asistida.
Pero, ¿qué piensan de ella quienes trabajan día a día con la vida en su estado más frágil?
La encuesta que preguntó al mundo sobre IA y FIV
Para averiguarlo, un equipo internacional encuestó a 702 embriólogos clínicos de 90 países y publicó sus conclusiones en Reproductive BioMedicine Online. Querían saber no solo si conocían la IA, sino también cómo la veían, qué esperaban de ella y qué les preocupaba.
Qué piensan quienes trabajan cada día con la IA
La respuesta fue clara: los embriólogos miran a la IA con entusiasmo y cautela.
Casi el 94 % dice estar familiarizado con sus principios básicos. Saben que no es ciencia ficción: la IA ya puede analizar imágenes, seguir el desarrollo de un embrión segundo a segundo y clasificar datos de forma automática.
Un 70 % cree que podría mejorar su trabajo: ayudar a elegir qué embriones tienen más probabilidades de implantarse, optimizar el control de calidad o reducir tareas repetitivas para dedicar más tiempo a las decisiones clínicas.
Pero cuando se les preguntó si podrían implementarla ellos mismos, solo un 5 % se sintió preparado. Y ahí aparecieron las dudas:
• La falta de evidencia clínica sólida que confirme que la IA mejora los resultados reales.
• La opacidad de algunos algoritmos, que toman decisiones sin que se pueda ver claramente el porqué.
• El riesgo de sesgos en los modelos, que podrían favorecer ciertos resultados sin base científica.
En conclusión: hay interés y confianza potencial, pero también un alto nivel de exigencia antes de abrirle la puerta de forma definitiva.
Dónde ven más potencial para la Inteligencia artificial
Los encuestados coincidieron en tres aplicaciones clave para la IA en la FIV:
1- Selección embrionaria: evaluar, a partir de miles de datos, qué embriones tienen más probabilidades de dar lugar a un embarazo saludable.
2- Análisis morfocinético: registrar en vídeo cada división celular y detectar variaciones sutiles en el ritmo o la forma que podrían pasar inadvertidas al ojo humano.
3- Clasificación automatizada de imágenes: agilizar tareas rutinarias y repetitivas, liberando tiempo para lo que más importa: la toma de decisiones clínicas.
Lo que falta para que sea parte del día a día
En algo tan delicado como elegir qué embrión transferir, ningún profesional quiere basarse solo en una “caja negra” tecnológica. Por eso, aunque la inteligencia artificial tiene mucho potencial, los embriólogos ponen tres condiciones antes de dejarla entrar de lleno en su trabajo:
• Pruebas sólidas: igual que no tomarías un medicamento sin que se hubiera probado a fondo, la IA necesita estudios amplios, realizados en distintos centros y con resultados consistentes, que confirmen que realmente mejora las tasas de embarazo y la seguridad del procedimiento.
• Transparencia: si un sistema sugiere un embrión concreto, el equipo debe poder entender por qué. Los algoritmos deben ser como un libro abierto, no una fórmula secreta que nadie pueda revisar. Esto no solo genera confianza, también permite detectar y corregir posibles errores.
• Formación: integrar IA en un laboratorio no es pulsar un botón. Los embriólogos necesitan aprender a interpretar sus resultados, a trabajar con la herramienta y a supervisar que todo funcione como debe. Así, la tecnología se convierte en un apoyo fiable, no en una fuente de incertidumbre.
En resumen, la IA en los tratamientos de FIV no llegará como un reemplazo repentino del ojo experto, sino como un colaborador que, con las pruebas, la claridad y el entrenamiento adecuados, podría convertirse en un nuevo compañero de trabajo para ayudar a crear vida.
Ciencia, ética y esperanza
La inteligencia artificial no reemplazará las manos expertas ni el juicio clínico de un embriólogo. Pero sí puede ofrecerle una “lupa” más precisa para ver lo que antes era invisible.
Si se integra con cuidado, ética y evidencia, esta tecnología podría ayudar a que más parejas vean cumplido su sueño de formar una familia, llevando la reproducción asistida a un nuevo nivel de precisión y personalización.
La ciencia, como siempre, avanza más lejos cuando lo hace al ritmo de la confianza.
Autor
Francisco Carrera
Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).
