ICSI: qué es, cuándo se recomienda y cómo se realiza paso a paso

ICSI qué es, cuándo se recomienda y cómo se realiza paso a paso
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Si te han hablado de la ICSI y no sabes por dónde empezar, no estás sola. Ni solo. Esta técnica ha cambiado la vida de miles de personas que soñaban con tener un hijo, especialmente cuando el esperma parecía no dar opciones.

La ICSI (Inyección Intracitoplasmática de Espermatozoides) es una técnica avanzada dentro de los tratamientos de reproducción asistida, en la que se introduce un solo espermatozoide directamente dentro del óvulo.

Esta microinyección se realiza con instrumental de alta precisión, bajo microscopio, y permite lograr la fecundación incluso cuando los espermatozoides son escasos, lentos o presentan alteraciones.

Pero… ¿es realmente eficaz? ¿cuándo se recomienda? ¿es segura?

Aquí te lo explicamos todo, paso a paso, con lenguaje claro, evidencia científica y una mirada humana. Porque cuando entiendes lo que ocurre, el proceso se vive de otra forma.

¿Qué es la ICSI y cómo funciona?

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La ICSI, o inyección intracitoplasmática de espermatozoides, es una técnica de laboratorio que forma parte de la fecundación in vitro (FIV). Su nombre puede parecer complicado, pero su objetivo es sencillo y poderoso: introducir un solo espermatozoide directamente en el interior de un óvulo maduro para lograr la fecundación.

Este procedimiento se realiza con una aguja ultrafina bajo un microscopio de alta resolución, y requiere una enorme precisión por parte del embriólogo. Es como hacer microcirugía a escala celular: delicado, técnico y lleno de implicaciones.

¿Y por qué se recurre a esta técnica?

Porque hay situaciones en las que el esperma tiene dificultades para fecundar el óvulo por sí solo: ya sea por baja concentración de espermatozoides, poca movilidad o alteraciones en su forma. En esos casos, la ICSI puede marcar la diferencia.

Desde que se desarrolló en los años 90, la ICSI ha revolucionado el campo de la reproducción asistida. De hecho, se ha convertido en una de las técnicas más utilizadas en Europa: según el informe de la ESHRE, alrededor del 66 % de todos los ciclos de FIV realizados en 2019 incluyeron ICSI

 

ICSI microinyección de espermatozoide

¿En qué casos está indicada la ICSI?

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Aunque hoy en día la ICSI se utiliza de forma habitual en muchos laboratorios de reproducción asistida, su indicación original fue muy concreta: facilitar la fecundación cuando existe un problema espermático severo.

Con el tiempo, su uso se ha ampliado, pero las principales sociedades científicas —como la ASRM (American Society for Reproductive Medicine) o la ESHRE (European Society of Human Reproduction and Embryology)— coinciden en algo importante: la ICSI debe usarse con justificación clínica, y no como un recurso sistemático o por precaución.

Según las recomendaciones de la ASRM, la ICSI está indicada especialmente en los siguientes casos:

• Conteo espermático muy bajo (oligozoospermia severa).

•  Movilidad muy reducida (astenozoospermia) o morfología anormal (teratozoospermia).

•  Obstrucción en los conductos deferentes o ausencia congénita de los mismos (cuando los espermatozoides deben obtenerse mediante biopsia testicular).

•  Fallo previo de fecundación con técnica de FIV convencional.

•  Uso de ovocitos congelados o cuando se realizará un diagnóstico genético preimplantacional (PGT-A o PGT-M).

La ESHRE también recuerda que, en ausencia de un problema de infertilidad masculina, la ICSI no mejora los resultados respecto a la FIV clásica.

 

¿Por qué se utiliza entonces con tanta frecuencia?

Porque hay contextos en los que el equipo médico considera que la ICSI puede aportar ventajas, aunque no haya un factor masculino severo. Por ejemplo:

•  Cuando se obtienen muy pocos ovocitos en la punción.

•  En ciclos con óvulos donados o previamente vitrificados.

•  Si se realiza una doble vitrificación (óvulo y embrión) o biopsia embrionaria.

•  Cuando se busca maximizar las posibilidades de fecundación usando esperma de calidad dudosa o previamente congelado.

Eso sí: su uso debe estar siempre bien explicado al paciente, y fundamentado en la situación concreta de cada caso, tal como recomienda también el NICE británico

¿Cómo es el proceso de la ICSI paso a paso?

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Aunque la ICSI parece una microinyección rápida y precisa (que lo es), en realidad es el resultado de un proceso complejo que comienza mucho antes y que involucra tecnología de precisión, experiencia embriológica y un trabajo artesanal en condiciones rigurosamente controladas. Vamos paso a paso:

 

Estimulación ovárica y punción

El proceso comienza en el cuerpo de la mujer, con una estimulación ovárica controlada.

Durante unos 10 a 12 días se administran hormonas que ayudan a desarrollar múltiples folículos.

Cuando estos alcanzan el tamaño adecuado, se programa la punción ovárica, una intervención breve y guiada por ecografía que permite extraer los ovocitos mediante una aguja muy fina.

 

Decumulación, evaluación y selección ovocitaria

Los ovocitos no llegan al laboratorio “limpios”: vienen rodeados de células del cúmulo. El primer paso del embriólogo es la decumulación, que consiste en retirar esas células con ayuda de una enzima específica (hialuronidasa) y una técnica muy cuidadosa.

Una vez liberado, cada ovocito se examina al microscopio para verificar si está en metafase II, es decir, si es maduro y apto para la ICSI. Este detalle es crucial: solo los ovocitos maduros pueden fecundarse correctamente.

Obtención y preparación del semen

El esperma puede obtenerse de dos formas:

  • Por eyaculación, tras un breve periodo de abstinencia.

  • O mediante técnicas quirúrgicas, como TESE o micro-TESE, si no hay espermatozoides en el eyaculado.

Después, el semen se prepara en el laboratorio. Esto se conoce como capacitación espermática, y sirve para seleccionar los espermatozoides más móviles y con mejor morfología, eliminando el plasma seminal y otras células.

Cómo se hace la ICSI paso a paso
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La microinyección: precisión milimétrica

Aquí empieza la ICSI en sentido estricto. El procedimiento se realiza en un microscopio de micromanipulación situado sobre una mesa antivibratoria, dentro de un laboratorio con control estricto de temperatura, calidad del aire, humedad y esterilidad. Todo está pensado para proteger los gametos y embriones.

El embriólogo trabaja con un micromanipulador, que le permite manejar dos micropipetas:

  • Una para sujetar el ovocito.

  • Y otra —más fina que un cabello humano, de apenas 5 a 7 micras de diámetro— para inyectar el espermatozoide en su interior.

Primero, el espermatozoide es inmovilizado con un pequeño toque mecánico que daña su cola. Después, se aspira suavemente y se introduce en el ovocito, que ha sido previamente orientado para proteger su huso meiótico. El gesto es rápido, pero requiere técnica, precisión y templanza.

No es exagerado decir que se parece más a una microcirugía o al ajuste de un reloj suizo que a un simple paso técnico. Y en este contexto, cada célula tiene el potencial de convertirse en una vida.

Confirmación de fecundación y cultivo embrionario

Al día siguiente, los embriólogos revisan los ovocitos. Si hay dos pronúcleos visibles, significa que ha ocurrido la fecundación: uno corresponde al material genético del óvulo y el otro al del espermatozoide.

Los embriones se cultivan entre 3 y 6 días en incubadoras especiales, diseñadas para imitar las condiciones del cuerpo humano. Durante ese tiempo se valora su evolución: ritmo de división celular, simetría, fragmentación y calidad global.

 

Transferencia embrionaria

Cuando llega el momento adecuado, se selecciona el embrión con mejor evolución para ser transferido al útero. Es un procedimiento sencillo, no invasivo, que no requiere anestesia. A veces, si el endometrio aún no está listo, los embriones se vitrifican y se transfieren más adelante, en un ciclo preparado.

Antes de decidir cuántos embriones transferir, conviene conocer los riesgos, las recomendaciones médicas y lo que dice la evidencia científica

Este procedimiento ha demostrado ser altamente eficaz en los casos indicados. Según el informe europeo de la ESHRE sobre técnicas de reproducción asistida, la ICSI representó el 72,7 % de todos los ciclos de fecundación in vitro realizados en Europa en 2019. En esos ciclos, se registró una tasa media de embarazo por transferencia del 33,5 % y una tasa de parto del 26,2 %, lo que confirma su eficacia especialmente en casos con infertilidad masculina severa

Sin embargo, si el semen es normal, la ICSI no mejora los resultados respecto a la FIV convencional. Así lo confirma una revisión Cochrane actualizada en 2023

¿Qué tasas de éxito tiene la ICSI hoy?

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Una de las preguntas más habituales cuando se plantea un tratamiento con ICSI es si realmente ofrece mejores resultados que la fecundación in vitro convencional. Y, como ocurre a menudo en reproducción asistida, la respuesta es: depende.

La ICSI no garantiza el embarazo. Lo que sí puede hacer, cuando está bien indicada, es aumentar la probabilidad de fecundación en casos donde el esperma tiene dificultades para hacerlo por sí solo.

 

¿Qué dicen los datos?

Según datos europeos, en los ciclos de ICSI realizados en 2019 se observaron tasas de embarazo clínico del 33,5 % y tasas de parto del 26,2 % por transferencia embrionaria, según el último informe de la ESHRE.

En cuanto a la tasa de fecundación, diferentes estudios indican que puede superar el 70 % cuando se utiliza en parejas con infertilidad masculina severa, siempre que los ovocitos estén maduros y el laboratorio cuente con experiencia.

 

¿De qué depende el éxito?

El éxito de la ICSI no depende solo de la técnica en sí, sino de múltiples factores que influyen en cada paso del proceso:

  • La edad de la mujer y su reserva ovárica.
  • La calidad de los ovocitos, ya sean propios o donados.
  • El origen del esperma (eyaculado o quirúrgico).
  • El número y la calidad de los embriones disponibles.
  • La experiencia del equipo y del laboratorio de embriología.

Por eso, hablar de «tasas de éxito» sin contexto puede generar falsas expectativas. Lo importante es que cada caso se valore de forma individual, y se tomen decisiones informadas y personalizadas.

¿Es segura la ICSI para el futuro bebé?

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Esta es una de las preguntas más frecuentes —y más comprensibles— cuando alguien se plantea un tratamiento con ICSI. Al fin y al cabo, se trata de una técnica que interviene directamente en el proceso natural de la fecundación, eligiendo manualmente un espermatozoide e introduciéndolo en el óvulo.

Y cuando lo que está en juego es un futuro hijo o hija, cualquier detalle importa.

 

 

¿Qué dicen los estudios?

La mayoría de los estudios bien diseñados coinciden en que la ICSI no conlleva un riesgo significativamente mayor de malformaciones congénitas en comparación con la fecundación in vitro convencional. La incidencia de alteraciones genéticas en recién nacidos por ICSI es muy similar a la observada en otros tipos de embarazos conseguidos mediante técnicas de reproducción asistida.

Algunos estudios han observado una ligera asociación con ciertas alteraciones genéticas raras, especialmente cuando los espermatozoides se obtienen por biopsia testicular. Sin embargo, hasta la fecha, no se ha establecido una relación causal directa entre la técnica y estos hallazgos.

 

 

Qué sabemos a largo plazo?

Un estudio clínico publicado en Human Reproduction en 2007 analizó el estado de salud a los 8 años de edad de niños nacidos mediante ICSI. En él se comparó un grupo de niños concebidos por esta técnica con otro grupo concebido espontáneamente.

El estudio no encontró diferencias clínicamente significativas en el desarrollo físico general, aunque sí observó una proporción algo mayor de malformaciones congénitas en el grupo de ICSI (10 % frente a 3 %).

Este tipo de hallazgos refuerzan la importancia del asesoramiento individualizado, sobre todo en casos donde el esperma se obtiene quirúrgicamente o hay antecedentes familiares de alteraciones cromosómicas. Muchos centros recomiendan, en estos casos, una consulta de asesoramiento genético reproductivo.

ICSI: una puerta abierta a la paternidad

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La ICSI ha sido, sin duda, una de las mayores revoluciones en la historia de la reproducción asistida. No solo por lo que permite hacer en el laboratorio, sino por lo que significa para tantas personas.

Para mujeres que han apostado todo por unos pocos ovocitos. Y también para hombres que, incluso con muy pocos espermatozoides, han podido formar una familia.

Antes de que existiera esta técnica, muchos casos de infertilidad masculina severa no tenían solución. Hoy, gracias a la ICSI, basta a veces con un solo espermatozoide para que ocurra la fecundación. Y eso, para muchas parejas, lo cambia todo.

Si estás leyendo esto porque te han propuesto esta técnica, es normal que tengas preguntas, dudas o incluso una mezcla de esperanza y agotamiento.

Aquí no hay garantías absolutas, pero sí algo que queremos recordarte: este camino no lo estás recorriendo solo. Ni sola.

Detrás de cada microinyección hay ciencia, sí. Pero también humanidad, cuidado, formación y un equipo que quiere ayudarte a cumplir un sueño.

Cada historia de fertilidad es única. Y tú tienes todo el derecho a entenderla, a vivirla a tu ritmo, a hacer preguntas, a emocionarte…

Y sí, también a volver a creer que es posible.

Autor

Francisco Carrera

Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).

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