Hipervigilancia emocional en el embarazo tras FIV

Mujer embarazada controlando su tensión arterial en casa durante el embarazo tras FIV
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Cuando llega el embarazo tras un tratamiento de fertilidad, muchas mujeres sienten una alegría profunda, un alivio real.
Es el momento tan esperado.
Por fin, el positivo. Por fin, el inicio de algo nuevo.

Y sin embargo, a veces, junto a esa alegría aparece una sensación difícil de explicar: una alerta constante.


Un escaneo emocional y físico que no se detiene.
Una necesidad de comprobar, una y otra vez, que todo sigue bien.

Es lo que algunas viven como hipervigilancia emocional.

No es miedo irracional.
Es una forma de cuidado que nace tras un recorrido largo, a veces lleno de dudas, pruebas, pérdidas o intentos.


Una especie de radar encendido que interpreta cada pinchazo, cada silencio del cuerpo, como una señal que hay que descifrar.


¿Será normal no sentir nada hoy? ¿Y si este dolor no es bueno? ¿Y si…?

Y no es raro.
De hecho, la ciencia también lo ha visto.

Lo que la ciencia también ve

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Un estudio llevado a cabo por Ana García-Blanco, Vicente Diago, David Hervás, Farah Ghosn, Máximo Vento y Consuelo Cháfer-Pericás, publicado en la revista Human Reproduction, analizó cómo se sienten —y cómo reaccionan fisiológicamente— las mujeres embarazadas tras fecundación in vitro.

El equipo evaluó a más de 240 mujeres en su tercer trimestre de embarazo. Las que habían concebido mediante FIV presentaban niveles significativamente más altos de ansiedad, medidos con herramientas psicológicas validadas. Y no solo lo decían ellas: su cuerpo también lo mostraba, a través de niveles elevados de cortisol salival, un marcador claro de estrés biológico.

Lo interesante es que no se detectaron mayores niveles de depresión. No es tristeza, sino una forma intensa de hiperactivación emocional, como si la mente y el cuerpo siguieran en modo “vigilancia”, incluso después de haber logrado lo más deseado.

Además, estos niveles de estrés fueron especialmente evidentes durante el embarazo, pero tendieron a disminuir tras el parto, lo que sugiere que ese estado de alerta se concentra en una etapa concreta.

Estos hallazgos respaldan lo que muchas mujeres sienten, aunque pocas lo digan en voz alta. No es debilidad. No es exageración. Es la consecuencia natural de un camino lleno de espera, lucha y miedo a perder.

Ponerle nombre, y entender que también la ciencia lo reconoce, puede ser el primer paso para empezar a soltar.

No tienes que vigilarlo todo

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Si te sientes así, si estás en ese estado de atención constante… no estás sola.
Y no estás haciendo nada mal.

Ese embarazo, aunque haya llegado con la ayuda de la ciencia, es tan natural como cualquier otro.


Merece ser vivido con calma, con ternura, con confianza.
Y tú también.

No necesitas estar en alerta para protegerlo. Puedes confiar en tu cuerpo.
Puedes confiar en tu bebé.

Y si hay días en que no puedes, no pasa nada.


La calma también se entrena. Y llega, poco a poco, cuando nos damos permiso para sentir sin vigilar.

Respira.
Vuelve a ti.
Ese es también un lugar seguro.

Abrir la conversación también es soltar

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Hablar de esto ayuda.
Porque cuando lo que sentimos se dice en voz alta, deja de pesar tanto por dentro.

Quizá puedas empezar por una pregunta pequeña.
Una conversación con tu pareja, con alguien de confianza, con tu especialista, con quien te acompaña en este viaje.
No hace falta tener las palabras exactas. Solo hace falta permiso.

Nombrar lo que sientes no te hace más frágil.

Te hace más libre.
Más conectada contigo, con tu historia, con este nuevo comienzo.

La hipervigilancia emocional no es una rareza.
Es una respuesta legítima a un proceso que fue largo, incierto y valiente.

Y porque hay formas de transitarlo con menos miedo, y más compañía.

Autor

Francisco Carrera

Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).

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