Capacitación espermática: qué es y por qué es clave en la fertilidad
 
			Qué es la fragmentación del ADN espermático
La fragmentación del ADN espermático se refiere a roturas o daños en esa información genética. Dichas roturas pueden afectar a una sola hebra de la molécula —lo que se conoce como fragmentación de cadena sencilla— o a ambas, en cuyo caso hablamos de rotura de doble cadena, habitualmente más grave.
Este fenómeno no puede observarse con un seminograma convencional. Para detectarlo se necesitan pruebas específicas que revelen la calidad de la cromatina espermática, esa estructura que empaqueta y protege el genoma dentro de cada espermatozoide.
Dicho de forma sencilla: no basta con que el espermatozoide llegue al óvulo; debe hacerlo cargando un paquete de información genética íntegro. Si ese paquete está incompleto o dañado, la fecundación puede fracasar o el embrión encontrar dificultades para desarrollarse en los primeros días.
 
			Causas más frecuentes de la fragmentación del ADN espermático
La integridad genética de los espermatozoides puede alterarse en distintas fases de su recorrido: desde su formación en los testículos hasta el momento de la eyaculación. Es un proceso frágil, influido tanto por factores internos como por el entorno.
Entre las causas más reconocidas por la ciencia destacan:
• Estrés oxidativo. Es la más habitual. Ocurre cuando los radicales libres —moléculas inestables que generan daño celular— superan la capacidad defensiva del organismo. Este desequilibrio rompe la cromatina espermática, deteriorando la información genética masculina. El tabaco, el alcohol, la obesidad o la exposición a contaminantes ambientales son desencadenantes conocidos.
• Edad paterna avanzada. Aunque los hombres producen espermatozoides a lo largo de toda su vida, con los años los mecanismos de reparación del ADN pierden eficacia. A partir de los 40–45 años se observa un aumento progresivo de la fragmentación.
• Varicocele. La dilatación de las venas testiculares provoca un exceso de calor y estrés oxidativo local, lo que afecta a la calidad del material genético masculino.
• Infecciones e inflamación genital. Estas generan un microambiente tóxico con sustancias capaces de dañar tanto la membrana como el genoma de los espermatozoides.
• Tratamientos médicos y factores iatrogénicos. Radioterapia, quimioterapia o incluso episodios de fiebre elevada pueden dejar una huella negativa sobre la estructura genética del espermatozoide.
• Defectos en la espermatogénesis. En algunos hombres, la alteración nace en la propia producción de los gametos, debido a fallos en la compactación del ADN durante la maduración.
En la práctica clínica, lo más frecuente es que varias de estas causas confluyan. Identificarlas resulta esencial, porque en muchos casos es posible intervenir: desde la mejora del estilo de vida hasta tratamientos médicos o quirúrgicos que favorezcan la integridad genética de los gametos masculinos.
Por qué importa en la fertilidad humana
El objetivo último de un espermatozoide no es solo alcanzar al óvulo, sino entregar una carga genética intacta. Cuando esa información llega fragmentada, la reproducción puede complicarse en distintos niveles, desde la fecundación hasta las primeras semanas de embarazo.
La investigación de las últimas dos décadas ha demostrado que una alta fragmentación del ADN espermático se asocia con:
• Menor tasa de fecundación. El óvulo tiene cierta capacidad de reparar daños en el ADN recibido, pero solo hasta cierto punto. Cuando las roturas son extensas, la fecundación puede no completarse.
• Problemas en la calidad embrionaria. Incluso si se produce la fecundación, un embrión con una información genética masculina inestable puede detener su desarrollo en los primeros días.
• Menor tasa de implantación. Un embrión afectado puede no lograr adherirse al endometrio.
• Mayor riesgo de aborto temprano. Cuando la integridad del DNA espermático está comprometida de forma grave, aumenta la probabilidad de que la gestación no progrese.
Las guías de la ESHRE (European Society of Human Reproduction and Embryology) señalan que estas pruebas no deben aplicarse como rutina en todos los varones, pero sí resultan fundamentales en ciertos contextos: parejas con abortos de repetición, fallos de fecundación en FIV, edad paterna avanzada o exposición a tóxicos ambientales.
En resumen, no se trata de una curiosidad de laboratorio. La calidad del material genético masculino es un determinante silencioso de la fertilidad. Puede marcar la diferencia entre un intento fallido y la posibilidad real de lograr un embarazo evolutivo.
 
			¿Cómo se mide la fragmentación del ADN espermático?
El seminograma clásico, que evalúa concentración, movilidad y morfología, no revela si el DNA espermático está intacto o fragmentado. Para conocer este aspecto se necesitan pruebas específicas, desarrolladas en las últimas décadas, que analizan directamente la integridad genética de los gametos masculinos.
Métodos más utilizados en clínica
•     TUNEL (Terminal deoxynucleotidyl transferase dUTP Nick End Labeling).
Es una de las técnicas más sensibles y extendidas. Marca con fluorescencia los puntos de rotura en el ADN, permitiendo identificar directamente a los espermatozoides dañados.
Valores de referencia: en la mayoría de laboratorios, una fragmentación superior al 20 % se considera indicativa de alteraciones relevantes para la fertilidad.
•     SCSA (Sperm Chromatin Structure Assay).
Analiza la cromatina espermática con colorantes fluorescentes y citometría de flujo. Su principal aportación es el DNA Fragmentation Index (DFI), un porcentaje que clasifica el riesgo reproductivo:
• Menos del 15 % → considerado normal.
• Entre 15–30 % → rango intermedio, posible impacto en fertilidad.
• Más del 30 % → asociado a peor pronóstico y mayor riesgo de aborto.
•     SCD (Sperm Chromatin Dispersion test).
Más sencillo y accesible. Al observarlos bajo el microscopio, los espermatozoides con información genética intacta muestran un halo amplio alrededor de la cabeza; los fragmentados apenas presentan halo.
Técnicas que diferencian el tipo de rotura
Ensayo Cometa (Comet Assay).
Consiste en inmovilizar los espermatozoides en un gel y aplicar un campo eléctrico. Al observarlos con fluorescencia, el núcleo aparece como la “cabeza del cometa” y los fragmentos dañados se proyectan formando una cola. Lo relevante es que permite distinguir entre roturas de cadena sencilla y roturas de doble cadena, estas últimas más graves y estrechamente ligadas a fallos de implantación y abortos tempranos.
Marcadores moleculares (γ-H2AX, 53BP1).
Se utilizan sobre todo en investigación avanzada. Permiten localizar con precisión los puntos exactos de rotura en la doble cadena de ADN, aportando un nivel de detalle que todavía no forma parte de la práctica clínica habitual.
¿Cuál es la más recomendable?
Las guías de la ESHRE y la ASRM coinciden en que no existe una única técnica “perfecta”. En la práctica clínica, las más empleadas son TUNEL y SCSA, por su fiabilidad y reproducibilidad. Sin embargo, cuando se requiere un análisis más profundo —como en parejas con repetidos fallos de implantación o abortos de repetición—, el Ensayo Cometa en su versión para roturas de doble cadena aporta la visión más completa sobre la gravedad del daño en el genoma de los espermatozoides.
¿Qué implica un resultado alterado en la fragmentación del ADN espermático?
Un nivel elevado de fragmentación del DNA espermático no significa infertilidad absoluta, pero sí implica que las probabilidades de conseguir un embarazo —tanto de forma natural como mediante técnicas de reproducción asistida— pueden verse reducidas.
Los estudios más recientes muestran que una alta fragmentación de la cromatina espermática se relaciona con:
Menor tasa de fecundación. El óvulo puede tener dificultades para reparar daños extensos en la información genética masculina.
Peor calidad embrionaria. Aunque la fecundación se produzca, la inestabilidad en el genoma de los espermatozoides limita el desarrollo inicial.
Mayor riesgo de aborto temprano. Cuando la integridad genética de los gametos masculinos está comprometida, la implantación o la evolución del embarazo pueden fracasar.
No todos los estudios llegan a las mismas conclusiones. La relación entre fragmentación del ADN espermático y fertilidad puede variar según la técnica de reproducción (ICSI o FIV), la edad materna, el tipo de prueba utilizada y la población analizada. Por eso los especialistas interpretan cada caso de manera individual, integrando la evidencia científica con la situación clínica de la pareja.
Qué opciones existen si la fragmentación es alta?
Las guías clínicas internacionales (ESHRE 2021, ASRM 2020) recomiendan un abordaje escalonado y personalizado, adaptado a cada caso. Entre las estrategias más utilizadas destacan:
Cambios en el estilo de vida.
• Abandonar tabaco y alcohol en exceso.
• Mejorar la dieta y reducir el sobrepeso.
• Evitar la exposición a contaminantes ambientales o al calor excesivo (saunas, portátiles sobre las piernas).
• Practicar ejercicio físico regular, sin excesos.
Tratamiento de causas médicas.
• Cirugía de varicocele, cuando está indicado.
• Antibióticos o antiinflamatorios si existe infección o inflamación.
Suplementación antioxidante.
Vitaminas C y E, coenzima Q10, carnitina o zinc han mostrado capacidad de reducir el estrés oxidativo y mejorar la calidad del material genético masculino, aunque la evidencia científica sigue siendo heterogénea.
Técnicas avanzadas de reproducción asistida.
• ICSI con espermatozoides testiculares. Al obtenerlos directamente del testículo, se reducen las roturas acumuladas durante el tránsito por el epidídimo.
• IMSI. Selección de espermatozoides con microscopía de alta resolución (hasta 6.000x), lo que permite escoger gametos con mejor morfología.
• PICSI. Selección de espermatozoides capaces de unirse al ácido hialurónico, asociados a menor fragmentación.
• MACS (Magnetic Activated Cell Sorting). Eliminación de espermatozoides apoptóticos mediante microesferas magnéticas.
• Chips de microfluidos. Tecnología que imita el microambiente natural de los conductos seminales y permite aislar espermatozoides con integridad genética óptima sin centrifugaciones agresivas.
Preguntas frecuentes
No necesariamente. Un valor alto indica que puede haber más dificultades para concebir, de manera natural o asistida, pero no excluye la posibilidad de lograr un embarazo.
¿El daño genético en el esperma se hereda?
No. La fragmentación del ADN afecta a la capacidad reproductiva, pero no se transmite como tal a la descendencia.
¿Puede mejorar la integridad genética de los espermatozoides?
En muchos casos sí. Abandonar hábitos nocivos (tabaco, alcohol), cuidar la dieta, controlar el peso o tratar problemas como el varicocele puede reducir la fragmentación.
¿Vale la pena hacer la prueba en todos los hombres?
Las guías médicas internacionales no recomiendan medir la fragmentación de forma rutinaria en todos los varones, pero sí en contextos específicos: abortos de repetición, fallos de fecundación en FIV, edad paterna avanzada o exposición a tóxicos.
Una nota final
Lo valioso es que hoy contamos con herramientas para detectarlo y con estrategias para minimizar su impacto: desde cambios en los hábitos cotidianos hasta técnicas de laboratorio que reproducen, con precisión, lo que la naturaleza hace de forma silenciosa. La medicina reproductiva no sustituye la biología, la acompaña y la potencia.
En última instancia, no hablamos solo de cifras o porcentajes, sino de proyectos de vida. Cada paso de la ciencia nos acerca un poco más a ese momento irrepetible en el que la unión de dos células se convierte en el comienzo de una familia.
Autor
Francisco Carrera
Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).
