Fecundación anómala en FIV: cuando lo inesperado puede ser viable

Ilustración conceptual de un tablero de tres en línea. Tres cigotos con fecundación anómala se alinean en fila ganadora frente a las X. Cada cigoto lleva un rótulo: euploide, diploide, biparental. La imagen simboliza que algunos embriones inicialmente descartados pueden ser viables en reproducción asistida.
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En fecundación in vitro (FIV), las primeras horas tras la unión del óvulo y el espermatozoide son como un examen decisivo.

Durante décadas, la ciencia ha seguido una regla estricta: solo los embriones con “dos pronúcleos” se consideran normales. Todo lo demás se etiqueta como fecundación anómala y suele descartarse.

Pero investigaciones recientes demuestran que no siempre lo anómalo está condenado.

La famosa “foto de los dos pronúcleos”

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Unas 16 a 18 horas después de la fecundación, los embriólogos observan el cigoto (el óvulo ya fecundado) al microscopio. Lo que esperan ver es muy concreto: dos pronúcleos bien definidos, uno con el ADN de la madre y otro con el ADN del padre. Esa escena indica que el material genético de ambos progenitores está presente y listo para fusionarse.

Durante décadas, esta imagen —conocida como 2PN— ha sido el criterio absoluto de normalidad. Si aparecían cero, uno, tres o más pronúcleos, se hablaba de fecundación anómala. Y en la práctica, esos embriones quedaban automáticamente descartados.

Mirar más allá de la foto fija

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Tradicionalmente, esta observación se hacía sacando el embrión del incubador para mirarlo en un microscopio en un momento concreto. Pero hoy muchas clínicas emplean sistemas de time-lapse, incubadores equipados con cámaras que graban imágenes continuas del embrión sin moverlo de su entorno.

Esto aporta dos ventajas: por un lado, el embrión permanece en condiciones estables, sin cambios de temperatura ni manipulación. Y por otro, los embriólogos pueden ver cómo evolucionan los pronúcleos a lo largo del tiempo, no solo en una instantánea.

¿Por qué es importante? Porque en algunos casos los pronúcleos aparecen y desaparecen más rápido de lo esperado. Si se observa solo en un momento puntual, ese embrión puede clasificarse erróneamente como una fecundación anómala, cuando en realidad sigue un desarrollo normal. El time-lapse ayuda a contar toda la historia, no solo una foto fija.

Un estudio que cuestiona la regla

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Un equipo de investigadores, en un trabajo publicado en Reproductive BioMedicine Online (2025), quiso comprobar si la regla de descartar automáticamente los embriones con fecundación anómala era demasiado rígida. Analizaron más de 1.200 ciclos de FIV, comparando embriones con la clásica imagen de dos pronúcleos con más de 150 embriones catalogados como anómalos.

No se limitaron a la observación inicial. Llevaron los embriones hasta el quinto o sexto día de cultivo, cuando alcanzan la fase de blastocisto, y aplicaron pruebas genéticas muy detalladas.

Su objetivo era responder a tres preguntas esenciales:

•  ¿Tenía el embrión dos juegos completos de cromosomas, uno de la madre y otro del padre, como si fuera un manual de instrucciones con dos copias enteras? (diploide).

•  ¿Estaban esos cromosomas en el número correcto, sin capítulos repetidos ni páginas que faltaran? (euploide).

•  ¿Procedían realmente de ambos padres, garantizando que el manual estuviera escrito “a dos manos”? (biparental).

Lo que descubrieron

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Los resultados fueron sorprendentes. Muchos embriones que en la primera foto parecían anómalos resultaron no serlo tanto al mirar en profundidad.

Más del 60 % tenían dos copias completas de cromosomas, lo que los convertía en diploides. Dicho de otro modo, sus manuales de instrucciones estaban enteros y completos.

De ellos, más del 40 % además tenían el número correcto de cromosomas, sin duplicados ni ausencias, es decir, eran euploides.

Y lo más relevante: en muchos se confirmó que los cromosomas procedían de madre y padre, lo que demostraba su biparentalidad.

La prueba de su viabilidad no fue solo genética: en este estudio se transfirieron doce de estos embriones y se lograron varios embarazos en curso y cuatro nacimientos vivos.

¿Por qué importa en FIV?

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En reproducción asistida, disponer de embriones viables es uno de los grandes retos. Esto es especialmente crítico en mujeres con baja reserva ovárica o en edad materna avanzada, donde cada embrión cuenta.

Si se descartan automáticamente todos los embriones con fecundación anómala, se pueden perder oportunidades reales. No significa que todos sean aptos para transferencia, la mayoría no lo son. Pero este estudio demuestra que un porcentaje sí puede tener potencial.

Una nueva mirada a lo “anómalo”

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Este hallazgo no cambia las prácticas de inmediato, pero sí invita a revisar criterios que parecían incuestionables. La clásica “foto de los dos pronúcleos” ya no puede considerarse un veredicto absoluto: algunos embriones que antes se desechaban por fecundación anómala pueden, en realidad, convertirse en vida.

En un campo donde cada embrión representa una posibilidad, aprender a mirar más allá de lo aparente puede marcar la diferencia entre perder una oportunidad o abrazar una esperanza.

Autor

Francisco Carrera

Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).

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