¿Qué son realmente los espermatozoides normales?
 
			Te haces un seminograma, esperas los resultados, y ahí está la frase: “X% de espermatozoides normales”.
¿Y ahora qué? ¿Eso es mucho o poco? ¿Significa que soy fértil? ¿Debo preocuparme si el número es bajo?
Es una duda más común de lo que parece, y tiene trampa: cuando hablamos de espermatozoides normales no nos referimos a un espermatozoide perfecto, funcional y completo, sino a uno que cumple ciertos criterios… en una sola dimensión: la forma.
Y ahí empieza el problema. Porque:
• Un espermatozoide puede tener buena forma pero no moverse bien.
• Otro puede moverse con agilidad pero tener el ADN fragmentado.
• Y el análisis que evalúa su forma no es el mismo que el que estudia su ADN o su movilidad.
Nadie analiza un mismo espermatozoide en todos sus aspectos. No se puede.
Cada parámetro (forma, movimiento, integridad genética) se estudia por separado, con distintas técnicas, usando diferentes partes de la muestra.
El seminograma es la prueba de referencia para evaluar la fertilidad potencial del varón.
Recomendada por todas las guías clínicas, es una herramienta sencilla, accesible y muy útil para estudiar el semen en busca de posibles alteraciones que puedan afectar la capacidad de fecundar.
Y aunque no lo dice todo —la fertilidad es un proceso complejo—, sigue siendo la prueba más relevante para orientar el diagnóstico masculino en casos de esterilidad de pareja.
¿Cómo se evalúa el semen en el laboratorio?
Cuando se analiza una muestra de semen, el laboratorio no hace una radiografía completa de cada espermatozoide. No se puede. En lugar de eso, se emplean distintas técnicas que permiten estudiar subpoblaciones celulares, cada una con un objetivo diferente.
Por ejemplo:
• La motilidad espermática (cómo se mueven) se evalúa en una gota en fresco, sin teñir, justo después de que el semen se licúe.
• La morfología espermática (la forma) se estudia en una lámina fija, teñida, aplicando criterios estrictos como los de Kruger o los definidos por la OMS.
• La integridad del ADN espermático se valora mediante pruebas especiales, como la fragmentación del ADN espermático, que requieren otras técnicas y afectan a células distintas.
Cada una de estas pruebas aporta información valiosa, pero ninguna lo dice todo. Y mucho menos sobre un mismo espermatozoide.
¿Qué quiere decir eso de “espermatozoides normales”?
Aquí es donde empiezan muchas de las confusiones.
Cuando recibes un informe que dice, por ejemplo, “4% de espermatozoides normales”, esa cifra no representa a todos los espermatozoides evaluados, ni implica que el 96% restante “no sirva”.
Lo que se está midiendo es únicamente la proporción de espermatozoides que presentan una forma considerada “ideal”, según unos criterios técnicos y estadísticos.
No significa que esos espermatozoides sean completamente funcionales, ni que los demás no lo sean.
Solo se está valorando la forma, no la movilidad, ni el ADN, ni la capacidad de fecundación.
Y lo más importante: ni siquiera se trata del mismo espermatozoide que viste moverse en el microscopio, porque esa observación y esta tinción se hacen en momentos diferentes, con porciones distintas de la muestra.
 
			¿Cómo es un espermatozoide normal? Función y estructura clave
Puede que sea la célula más pequeña del cuerpo humano, pero también es una de las más especializadas.
Un espermatozoide no está diseñado para vivir mucho tiempo ni para cumplir muchas funciones. Solo tiene una misión: llegar hasta el ovocito y fecundarlo. Y para lograrlo, su diseño y formación roza lo extremo.
Cabeza, pieza intermedia y cola: el diseño cuenta
• La cabeza contiene el núcleo con el ADN y el acrosoma, una especie de “casco perforador” cargado de enzimas que lo ayudarán a atravesar las barreras del ovocito.
• La pieza intermedia está repleta de mitocondrias: son las baterías celulares que generan la energía necesaria para el movimiento.
• La cola o flagelo funciona como un motor propulsor. Su movimiento ondulante o en espiral permite que el espermatozoide avance en un entorno poco favorable.
Cada una de estas partes es evaluada en el análisis de morfología, buscando una forma “simétrica, proporcionada y sin alteraciones”.
Pero, una vez más, esto no garantiza que el espermatozoide sea funcional en todos los sentidos.
El ADN más compacto del cuerpo humano
Dentro de esa pequeña cabeza está uno de los paquetes genéticos más comprimidos que existen.
El ADN del espermatozoide está tan condensado que reemplaza las histonas por protaminas, unas proteínas especializadas que permiten ese empaquetado extremo.
¿Y por qué importa? Porque este nivel de compactación protege el material genético durante el viaje.
Pero si este empaquetado falla, si hay roturas, cortes o una fragmentación alta, la fertilidad puede verse comprometida, incluso si el espermatozoide tiene “buena pinta” al microscopio.
No solo se trata de nadar: también debe reconocer, activar y fusionarse
Un espermatozoide funcional no solo nada. Debe avanzar por el tracto genital femenino, reconocer el ovocito, atravesar sus capas protectoras, activarlo y luego fusionarse con él sin errores.
Por eso, el concepto de “espermatozoides normales” es insuficiente y hasta engañoso si no se matiza: la forma es solo una parte de una maquinaria compleja.
Un espermatozoide puede verse perfecto, pero fallar en el momento clave… y viceversa.
 
			Cómo se evalúan los espermatozoides normales: técnica a técnica
Cada característica que define a un espermatozoide “normal” se analiza por separado, con diferentes células y métodos.
No existe una única prueba que lo diga todo, ni un único espermatozoide que pase por todos los análisis. Y eso es clave para comprender el informe.
- Para evaluar la forma, se usa una parte fija y teñida de la muestra.
- Para evaluar el movimiento, se observa en fresco justo después de la eyaculación.
- Para estudiar el ADN, se requieren técnicas especiales que incluso alteran la célula.
Así que cuando te dicen que tienes un 3% o un 5% de espermatozoides normales, debes saber que esa cifra no agrupa a los mismos espermatozoides que se movían bien o que tenían buen ADN. Son datos obtenidos de subpoblaciones diferentes.
En los últimos años, algunos sistemas con inteligencia artificial han comenzado a ofrecer valoraciones combinadas. Un ejemplo es el estudio de Yang et al. (2024), que propone una técnica basada en IA capaz de analizar simultáneamente forma y movimiento a partir de un mismo espermatozoide vivo.
Aun así, por ahora, el enfoque habitual sigue siendo fragmentado, y la interpretación debe hacerse con ese contexto en mente.
¿Se relacionan la morfología y la motilidad? Subpoblaciones que nos orientan
Aunque cada parámetro se estudia por separado, varios estudios han mostrado que existe cierta correlación entre forma y movimiento: los espermatozoides con buena morfología suelen ser también los más móviles.
Por eso, muchas veces se utilizan técnicas que seleccionan a los mejores candidatos, como el REM, el swim-up o los gradientes de densidad.
Estas técnicas permiten aislar subpoblaciones más representativas: células vivas, móviles y con mejor aspecto general.
Una vez recuperadas, esas células se pueden analizar para comprobar su morfología o incluso su fragmentación de ADN.
Así surgen índices clínicos compuestos que permiten estimar el porcentaje de espermatozoides progresivamente móviles y morfológicamente normales, que probablemente son los que cuentan de verdad a la hora de fecundar.
Porcentaje de espermarozoides normales: interpretar sin angustia, decidir con conocimiento
Si te han dicho que tienes “pocos espermatozoides normales”, respira.
Ese número no define por sí solo tu fertilidad, pero sí aporta datos útiles que ayudan a ubicarte dentro de un contexto clínico, orientar el diagnóstico y abrir posibilidades de tratamiento si fuera necesario.
No es una sentencia. Es un dato. Y como todo dato, debe ser interpretado junto a otros, por profesionales que sepan contextualizar y acompañar.
Aquí en Fertinotas estamos para ayudarte a entender esos informes, explicarte paso a paso qué significan y qué caminos pueden abrirte. Con rigor, con cercanía y con la tranquilidad que mereces.
Autor
Francisco Carrera
Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).
