¿Parto con o sin epidural? Lo que debes saber para decidir

Anestesista administrando anestesia epidural a una mujer embarazada durante el parto</p>
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Cuando el momento se acerca: dudas, miedos y decisiones

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Estás a pocos días (o semanas) de dar a luz. Sientes a tu bebé moverse, empiezas a preparar la bolsa del hospital… y una pregunta sigue rondando tu cabeza: ¿me pondré la epidural?

Miles de mujeres se enfrentan a esta decisión con una mezcla de ilusión, miedo, inseguridad y deseo de tener el control. Algunas lo tienen claro desde el primer trimestre. Otras dudan hasta el último momento. Y muchas más descubren que, cuando llega el día, nada es como habían imaginado.

Por eso hoy te hablamos de la epidural, para ayudarte a elegir con información, libertad y respeto.

¿Qué es la epidural y cómo actúa?

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La epidural es una forma de anestesia regional que se aplica en la zona lumbar mediante una aguja y un catéter. Su función es reducir el dolor de las contracciones sin perder la consciencia. Se puede pedir en cualquier fase del parto activo, según las necesidades de la mujer.

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Imagina que, en medio de una contracción intensa, alguien pudiera apagar el dolor sin desconectarte del momento. Eso es, en esencia, lo que busca la epidural: ayudarte a vivir tu parto con más calma, sin renunciar a tu consciencia ni a tu presencia.

La anestesia epidural es una técnica que se utiliza para aliviar el dolor del parto. Consiste en inyectar una mezcla de anestésico local y, a veces, un analgésico (como un opioide suave) en una zona de la espalda llamada espacio epidural, cerca de los nervios que transmiten el dolor desde el útero hacia el cerebro. Así, se bloquea esa señal sin afectar tu estado de alerta: estarás despierta, podrás hablar, sentirás presión… pero el dolor se reduce de forma muy significativa.

Esta técnica la realiza un anestesista en el hospital, con control constante. El efecto suele comenzar entre 10 y 20 minutos después de administrarse. La intensidad del alivio puede ajustarse según tus necesidades y las fases del parto.

Su eficacia y seguridad están bien demostradas: según la revisión Cochrane más reciente sobre analgesia en el parto, la epidural proporciona el alivio del dolor más efectivo conocido actualmente, sin aumentar el riesgo de cesárea ni afectar la salud del bebé

Infografía explicativa sobre qué es la epidural, cómo se aplica, cuándo hace efecto, sus beneficios y riesgos

¿Cómo se coloca la epidural paso a paso?

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  1. La posición importa: cómo colocarte

El primer paso es adoptar una postura que facilite el acceso al espacio entre las vértebras. Te pedirán que te sientes en la cama, con la espalda inclinada hacia delante (como formando una «C»), o que te tumbes de lado en posición fetal. Esa curvatura abre los espacios intervertebrales y permite al anestesista trabajar con mayor precisión y seguridad. Cuanto más quieta y relajada estés, más sencillo será el proceso.

  1. Preparación de la zona y anestesia local

Antes de comenzar, el profesional desinfecta cuidadosamente la piel de la zona lumbar y aplica un anestésico local, que provoca un pequeño pinchazo. Esto sirve para adormecer la superficie y que no sientas dolor cuando se introduzca la aguja principal.

  1. Inserción de la aguja y colocación del catéter

Con la zona ya anestesiada, se introduce una aguja epidural especial entre dos vértebras lumbares, accediendo al espacio epidural (justo fuera de la médula espinal). A través de esa aguja, se desliza un catéter muy fino que quedará colocado en esa zona. La aguja se retira de inmediato, y el catéter se fija con un apósito para mantenerlo en su sitio durante el parto.

  1. Inicio del efecto analgésico

A través del catéter se administran los fármacos necesarios para aliviar el dolor. El efecto suele comenzar entre 10 y 20 minutos después. A partir de ese momento, muchas mujeres describen una sensación de alivio gradual, que permite afrontar las contracciones con mayor serenidad y presencia.

¿Cómo prepararte mental y emocionalmente?

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Lo primero que debes saber es que no tienes que hacerlo “perfecto”. No se trata de demostrar nada, sino de estar lo mejor posible en uno de los momentos más intensos y únicos de tu vida. Y eso incluye también cómo vives el momento en que te colocan la epidural.

Es normal sentir algo de nervios. Estás en pleno trabajo de parto, las sensaciones se intensifican, y de pronto te dicen que te pongas en una postura específica, que no te muevas, que respires. Parece sencillo… pero estás en medio de todo. Por eso es tan importante que alguien esté contigo, que te hable con suavidad, que te recuerde que todo está yendo bien.

Respira profundo. De verdad. Deja que el aire entre y salga lento. Relaja los hombros, el cuello, la mandíbula. Cuanto más suelto está el cuerpo, más fácil es para el equipo hacer su trabajo y más rápido termina ese momento.

Confía en quienes te atienden. El anestesista te irá explicando paso a paso qué va a hacer, y si hay algo que no entiendes, puedes preguntarlo. Nada está fuera de tu control. Y si en algún momento sientes que algo te incomoda o te da miedo, dilo. No estás molestando. Estás siendo cuidada.

Recuerda esto: no estás sola. El equipo está ahí para acompañarte. Tú solo respira. El resto lo vais haciendo juntas.

Ventajas del parto con epidural

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Cada mujer vive el dolor del parto de forma distinta, y no hay un único camino correcto. Para muchas, la epidural representa una oportunidad para vivir el nacimiento de su hijo con más calma, menos miedo, y una sensación de seguridad que les permite disfrutar del momento.

Hay partos largos, de muchas horas, donde la fatiga se acumula y el cansancio emocional también pesa. Poder descansar un poco, recuperar fuerzas, o simplemente reducir el dolor hasta un nivel manejable, puede marcar la diferencia en cómo se recuerda ese día.

Otras mujeres sienten que el control del dolor les ayuda a estar más presentes, a centrarse en la llegada de su bebé, a hablar con su pareja o a escuchar a la matrona sin que la contracción lo arrase todo.

También hay partos que se complican. Y tener la epidural ya puesta puede facilitar intervenciones urgentes sin necesidad de anestesia general, lo que da más margen de maniobra médica y menos riesgos.

Nada de esto es obligatorio ni universal. Pero sí puede ser un alivio. Y saber que tienes esa opción, y que puedes usarla si lo necesitas, es en sí mismo una forma de empoderamiento.

Inconvenientes y posibles efectos secundarios

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Hablar con honestidad es parte de cuidarte bien. La epidural, aunque es una técnica muy segura, no está exenta de ciertos efectos o limitaciones. Y saberlo te da herramientas, no miedos.

Al colocarla, puede que te pidan quedarte en la cama. Eso significa renunciar a moverte libremente, a cambiar de postura o a usar la pelota de Pilates, algo que para muchas mujeres era parte importante de su plan de parto.

A veces, la epidural puede ralentizar el avance del parto, y eso hace que el equipo tenga que utilizar oxitocina para reforzar las contracciones. No es algo malo en sí, pero conviene saberlo. También es frecuente que se te duerma más un lado que otro, o que sientas frío, picor o un pequeño temblor. Son reacciones normales y pasajeras.

En algunos casos, la disminución de sensibilidad dificulta empujar al final, y eso puede aumentar el riesgo de parto instrumental. De hecho, algunos estudios han observado un mayor uso de fórceps o ventosa tras el uso de epidural (riesgo relativo 1,42).

Y sí, hay veces que la epidural no funciona como se espera. Puede que no quite del todo el dolor o que haya que recolocarla. Pero incluso en esos momentos, el equipo está preparado para ayudarte y buscar alternativas.

No se trata de asustarte. Se trata de darte la confianza de que, pase lo que pase, tú seguirás siendo la protagonista de tu parto.

¿Cuándo se suele pedir la epidural?

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Frecuentemente surge la pregunta: “¿Es mejor pedirla pronto o esperar un poco durante el parto?”

Antiguamente se pensó que pedir la epidural demasiado pronto podía aumentar el riesgo de cesárea o alargar el trabajo de parto. Pero la mejor evidencia científica actual muestra que esa preocupación no tiene fundamento.

Una revisión Cochrane que incluyó 15.752 mujeres (9 ensayos clínicos) comparó la administración de epidural temprana (menos de 4–5 cm de dilatación) frente a la tardía. El resultado fue inequívoco: no hubo diferencia en las tasas de cesárea ni en los nacimientos instrumentales, y los parámetros del bebé (como Apgar o pH del cordón) fueron igualmente óptimos en ambos casos. Lo único que se observó fue una ligera prolongación de 3 minutos en la segunda fase del parto en quienes optaron por la epidural temprano—sin implicaciones clínicas importantes.

La evidencia científica coincide con lo que muchas mujeres sienten. Pueden decidir pedirla al inicio, cuando el dolor lo pide; o esperar a un momento más avanzado; o decidir en el último instante. Todas las opciones son igual de válidas.

Y lo más importante: no hay una única forma correcta de hacerlo. Algunas mujeres prefieren pedir la epidural en cuanto el dolor aparece. Otras deciden esperar. Muchas lo hacen sobre la marcha, guiadas por lo que sienten en ese momento. Todas las decisiones son válidas, siempre que estén tomadas con información clara, con libertad, y con un equipo que las escuche y las respete.

Una decisión tuya, libre y acompañada

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Pedir la epidural no es un examen que haya que aprobar. Es una elección dentro del camino del parto, y tú tienes el derecho —y la capacidad— de decidir cuándo es el mejor momento para ti. Con conocimiento, confianza y acompañamiento, cada paso se vuelve más tuyo.

Hay historias distintas, cuerpos distintos y partos que se desarrollan de formas muy diferentes.

Como expresó la presentadora Cristina Pedroche al hablar de su experiencia: “Lo de la epidural es una elección a elegir por la madre y todas las madres deberíamos tener el derecho a ser dueñas de nuestro parto y decidir todo lo que ocurra en un momento tan trascendental para nosotras” (los40.com).

Porque no se trata de hacerlo como dicen los demás, sino como lo sientes tú.

“No, no me puse epidural. Estaba muy tranquila y no me acordé de ella. En el curso de hipnoparto de @partopositivo … y la epidural estaba la última de mi lista. … Ni soy mejor mujer por no haberme puesto la epidural o haber tenido parto natural en vez de cesárea, ni mejor madre por estar queriendo que la lactancia sea un éxito. Pero tampoco peor”, comentó Pedroche.

Tu experiencia importa. Lo que tú sientas, lo que desees, lo que te haga sentir más segura y cuidada… eso es lo que debe guiar tu decisión. El equipo médico está para acompañarte, no para juzgarte. Y en Fertinotas, estamos aquí para darte la información clara y empática que necesitas para caminar con confianza.

Porque el mejor parto no es el que sale “según el plan”, sino el que se vive desde el centro de ti misma, con consciencia, serenidad y apoyo.

Autor

Francisco A. Carrera S.

Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).

Todo sobre el embarazo, el parto, el posparto y tu fertilidad.