Donar semen en el siglo XXI: una decisión personal con impacto colectivo

lustración conceptual de un hombre joven de espaldas mirando hacia una luz con forma de envase recolector de semen. En el entorno oscuro, su sombra se disuelve en cientos de espermatozoides, simbolizando el impacto de la donación en fertilidad y nuevas familias.
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¿Qué lleva a un hombre a donar semen en pleno siglo XXI? La respuesta no es única. Detrás de esta decisión hay razones médicas, sociales, legales, culturales y emocionales. Una decisión íntima que, sin embargo, cambia la vida de otras personas y contribuye a que muchos puedan cumplir su sueño de ser padres o madres.

De la infertilidad a los nuevos modelos de familia

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Durante décadas, la donación de semen estuvo muy ligada a la infertilidad masculina: se recurría a ella cuando un hombre no podía aportar espermatozoides propios. Hoy el panorama es mucho más amplio. Cada vez más mujeres solteras o parejas de mujeres recurren a este recurso para tener hijos, apoyadas por cambios legales y sociales que reconocen a las nuevas formas de familia.

¿Por qué faltan donantes?

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El gran reto es que no hay suficientes donantes. A menudo se piensa que basta con “querer ayudar”, pero la realidad es que el proceso de selección es muy exigente.

Primero se analiza la calidad del semen, porque no todos los hombres producen espermatozoides con las características necesarias para una fecundación. Después se realizan pruebas médicas y genéticas: se busca descartar enfermedades transmisibles y alteraciones en el ADN que podrían heredarse. Incluso se valora la parte psicológica, para confirmar que el candidato comprende lo que implica donar.

Las cifras hablan solas: en un estudio internacional con más de 11.000 candidatos, apenas un 5 % fue aceptado. En Dinamarca la tasa fue un 6,5 %, en Estados Unidos apenas un 1 %. En España, según explicó Carlos Zafrilla García, director de operaciones de Gametia Biobank, solo entre un 10 % y un 20 % de los candidatos logra ser aceptado. Dicho de otra forma: de cada 10 hombres que lo intentan, al menos 8 son descartados.

El anonimato en entredicho

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Tradicionalmente, en países como España la ley protege el anonimato de los donantes, lo que significa que su identidad no puede ser revelada a los receptores ni a los hijos nacidos de esa donación. Sin embargo, en la práctica este anonimato está cada vez más en riesgo.

¿Por qué? Porque hoy existen pruebas genéticas caseras que cualquier persona puede comprar en internet y enviar por correo. Estas pruebas permiten subir el ADN a plataformas de genealogía que comparan los resultados con los de miles de usuarios. Con que un primo lejano haya hecho la prueba, es posible reconstruir vínculos familiares y llegar a identificar a un donante. Y si a eso sumamos las redes sociales y la información disponible en internet, el anonimato se vuelve mucho más frágil de lo que dicta la ley.

Por eso, cada vez se insiste más en la necesidad de un consentimiento informado realista: los donantes deben saber que, aunque la ley diga que su identidad se mantendrá en secreto, en la práctica sus datos genéticos podrían ser descubiertos en el futuro.

El reto del futuro

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El artículo publicado en Human Reproduction (2025), firmado por Mina Mincheva, Juan José Fraire Zamora, Kashish Sharma, George Liperis, Omar Ammar, Jackson Kirkman-Brown, Dorte Egeberg, Mariana Veloso Martins, Lucy Frith y Julia Uraji, pone de relieve que las normas no son iguales en todos los países.

En algunos lugares se acepta a donantes homosexuales, en otros no. En algunos se permite que los hijos conozcan la identidad del donante al cumplir la mayoría de edad, en otros no.

El reto está en encontrar un equilibrio global: normas claras y éticas que protejan tanto a donantes como a receptores e hijos nacidos, pero que al mismo tiempo no dificulten el acceso a los tratamientos.

Si no se consigue, corremos el riesgo de que la donación se desplace a espacios informales y sin control médico, lo que pondría en peligro la seguridad de todos.

Mucho más que un gesto biológico

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Donar semen no es solo un acto biológico: es una decisión que conecta con la vida de otras personas, con su derecho a formar una familia y con los valores sociales de cada época. En el siglo XXI, hablar de donación significa hablar de ciencia y medicina, pero también de ética, diversidad y esperanza.

Autor

Francisco Carrera

Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).

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