PGT-A: “El último paso”
 
			Creías que ya habías hecho todo. Que después de las inyecciones, la estimulación ovárica, la punción, el cultivo y los días de espera mirando el teléfono… ya no quedaba nada más. Pero entonces llega esa conversación, esa propuesta que parece técnica, casi fría: “Podemos hacer una biopsia de los embriones para realizar un diagnóstico genético preimplantacional (PGTA).”
Y el corazón se encoge.
Mirar los embriones y aceptar que los toquen es como dejar que alguien sostenga tu alma con pinzas. No hay metáfora más precisa. Porque esos pequeños conjuntos de células no son solo biología: son la promesa, la historia, el deseo más íntimo que existe.
En ese instante se mezclan miedo, duda, cansancio… y una pregunta silenciosa: ¿Y si les pasa algo? Pero también, lentamente, aparece algo más profundo: la confianza.
Porque cuando aceptaste el diagnóstico genético embrionario, no elegiste la ciencia sobre la emoción: elegiste la vida, con todas sus preguntas.
La PGTA forma parte de los avances que hoy acompañan el proceso de FIV y ayudan a identificar los embriones con mayor potencial para dar lugar a un embarazo evolutivo y un bebé sano. Es una herramienta de precisión, fruto de años de investigación, que se aplica con la máxima delicadeza y en manos expertas.
Y aunque cada decisión pesa, no estás sola, no estáis solos. Detrás de cada prueba hay un equipo que entiende lo que significa esperar, confiar, contener la ansiedad.
Porque incluso en el camino más técnico, hay siempre un hilo invisible que lo une todo: el amor que nos mueve a seguir.
Autor
Francisco Carrera
Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).
