CRISPR y síndrome de Down: ¿Puede la edición genética corregir la trisomía 21?
 
			La genética avanza a un ritmo de vértigo. Si hace unas décadas descifrar el ADN era como tratar de entender un manual de instrucciones sin título ni índice, ahora tenemos una herramienta de edición genética de precisión quirúrgica: CRISPR-Cas9.
En términos sencillos, es como si los científicos hubieran inventado unas «tijeras moleculares» capaces de cortar y modificar el ADN con una exactitud asombrosa.
Y aquí viene la noticia que ha dejado boquiabierta a la comunidad científica: un grupo de investigadores japoneses ha logrado eliminar el cromosoma extra en células de pacientes con síndrome de Down.
No, esto no significa que exista una cura inminente, pero sí abre una puerta a tratamientos futuristas que, hasta hace poco, parecían ciencia ficción.
¿Qué ocurre en el síndrome de Down?
El síndrome de Down es una alteración genética causada por la presencia de un cromosoma 21 extra.
En la mayoría de los casos, las personas con esta condición tienen tres copias completas de este cromosoma en lugar de las dos habituales (trisomía 21 completa).
Pero también puede haber casos donde solo se hereda un fragmento extra del cromosoma (trisomía por translocación) o una combinación de células con diferente número de copias (trisomía en mosaico).
Este exceso de material genético afecta el desarrollo y está asociado con características físicas particulares, discapacidad intelectual y una mayor predisposición a ciertos problemas de salud, como enfermedades cardíacas y digestivas.
Hasta ahora, no había manera de corregir este exceso de ADN en las células, pero la tecnología CRISPR-Cas9 ha logrado algo asombroso en el laboratorio.
La gran pregunta: ¿Cómo se eliminó el cromosoma extra?
Los científicos comenzaron con células de la piel de una persona con síndrome de Down y las reprogramaron para convertirlas en células madre pluripotentes inducidas (iPS).
En términos más simples, las hicieron retroceder en el tiempo hasta un estado en el que pueden transformarse en cualquier célula del cuerpo.
Pero había un desafío: no podían eliminar cualquier copia del cromosoma 21 al azar.
Algunos genes tienen lo que se llama impronta genética, lo que significa que solo funcionan si provienen de un progenitor en particular. Quitar la copia equivocada podía alterar funciones clave.
Haplotipado: el truco para seleccionar la copia correcta
Aquí es donde entra en juego una técnica llamada haplotipado. Imagina que tienes tres versiones de un mismo archivo en tu ordenador y necesitas borrar una específica sin abrirlas, porque todas parecen iguales.
El haplotipado actúa como un marcador genético que permite distinguir de quién proviene cada copia del cromosoma 21 (si del padre o de la madre).
Esto es posible gracias a pequeñas variaciones en la secuencia del ADN llamadas polimorfismos. Estos funcionan como etiquetas naturales que ayudan a rastrear el origen de cada cromosoma y, en este caso, permitieron eliminar una de las copias maternas sin afectar genes importantes.
La estrategia: cortar en pedazos para eliminar
Una vez que los investigadores identificaron qué copia eliminar, aplicaron CRISPR-Cas9 para realizar múltiples cortes a lo largo del cromosoma extra.
La clave estaba en fragmentarlo poco a poco, de manera que la célula no pudiera repararlo y terminara deshaciéndose de él de forma natural.
Sin embargo, las células tienen mecanismos de reparación del ADN, así que podían intentar reconstruir el cromosoma antes de perderlo.
Para evitarlo, los investigadores bloquearon temporalmente dos genes clave en la reparación del ADN (POLQ y LIG4), lo que duplicó la tasa de eliminación del cromosoma extra (del 13,1% al 24% en algunos ensayos).
¿Qué significa esto para el futuro?
Antes de que alguien empiece a pensar en una «cura» para el síndrome de Down, hay que aclarar algo: este experimento se hizo en células en laboratorio, no en embriones ni en personas.
Falta mucho camino por recorrer antes de siquiera plantear una aplicación clínica.
Pero lo que sí demuestra este avance es que corregir anomalías cromosómicas en células vivas es posible.
Y esto podría tener aplicaciones en medicina reproductiva, por ejemplo, en tratamientos de fertilidad donde, en lugar de descartar embriones con anomalías cromosómicas, en el futuro quizás se puedan corregir antes de la implantación.
No obstante, este tipo de avances plantea grandes dilemas científicos y éticos:
- ¿Es seguro modificar embriones humanos?
- ¿Dónde está el límite entre corregir enfermedades y alterar características genéticas?
La ciencia avanza más rápido que las normas bioéticas, así que estas preguntas necesitarán debates serios antes de que cualquier aplicación se convierta en una realidad.
Consulta siempre con un especialista
Este tipo de investigaciones generan expectativas, pero es fundamental acudir a fuentes fiables y profesionales de la salud antes de sacar conclusiones.
Si tienes dudas sobre genética, salud reproductiva o avances en edición genética, consulta con un genetista o un especialista en medicina reproductiva.
Seguiremos de cerca los avances en este campo. Mientras tanto, la genética sigue explorando nuevas fronteras. ¿Hasta dónde llegaremos? Solo el tiempo lo dirá.
Autor
Francisco Carrera
Persona | Experto en Comunicación y Divulgación de la Ciencia (UAM) | Embriólogo Clínico certificado (ASEBIR) | Máster en Biología de la Reproducción Humana (IVIC) | Licenciado en Bioanálisis (UCV).
